EE.UU. dividido

EE.UU. dividido

EE.UU. dividido

Danilo Arbilla

¿Otra vez al prepotente Donald Trump lo desplazará el veterano y algo desfalleciente Joe Biden, al que ya se da por ganador.

Cualquiera que gane, los EEUU pierden. Ni tampoco cambiará el sentimiento anti EE.UU. que existe en buena parte del mundo. Republicano o demócrata ello no incidirá. Alberto Fernández, Cristina, Lula, Maduro, Ortega, los europeos en general y España en particular, todos votan por Biden, pero no dejarán de lado su prédica anti estadounidense y anti liberal.

Estas elecciones norteamericanas, en tanto, han mostrado y confirmado algunas otras cosas dignas de poner en el tapete.

Hace unos años se decía que la diferencia entre los partidos Demócrata y Republicano, eran similares a las existentes entre la Coca-Cola y la Pepsi Cola. Pero hoy está visto que no es así.

La primera potencia está dividida. Pero no alegremente dividida. Está partida al medio y como nunca la violencia campea . Y todo hace prever que no va a menguar. Violencia en las calles, cada vez más sensibles o manipuladas, mayor y más desafiante represión y una violencia latente que se adivina en esa mitad que votó a Trump, que no se refleja en las encuestas y que no se sabe cómo ni cuál será su grado y forma de expresión.

Estas elecciones, a su vez, implican otro fuerte golpe a la alicaída credibilidad de las encuestas. Estas daban a Biden como holgado ganador –hasta 14 puntos de diferencia- y una cómoda victoria republicana en el Congreso: refuerzo de su mayoría en representantes y recuperación de la del Senado. Lo pronosticado dista de la realidad.

Un toque de atención para los encuestadores: la reacción y la conducta del público ha cambiado y las “redes” deben estar influenciando en ello. Ya no responden tan espontáneamente. Hay otro riesgo: el de salirse de expertos en auscultar la opinión de la gente para transformarse en súper “opinólogos”.

También constituye una advertencia para políticos y gobernantes que se manejan por las encuestas. Los que ahora , para peor, se han puesto a bailar, sumados jueces y fiscales, al ritmo que marcan las redes.

Actuar según el grito de la tribuna, que solo es minoría activa -los que van a la cancha-, conspira contra los reales intereses de la gente; de la mayoría.

Feo lo de los medios de prensa y analistas periodísticos en la misma tendencia que la encuestas. Es cierto que Trump, un enemigo entusiasta y declarado de la libertad de prensa, no merece ninguna consideración, pero la prensa debe tener presente que, cualquiera sea la circunstancia, el público siempre merece que se le respete.

La credibilidad está en juego. Una prensa libre, independiente y profesionalmente honesta que deja de serlo atenta contra la democracia. Más que cualquier mandamás, siempre transitorio por más engreído, arbitrario y tiránico que sea.

Otro detalle interesante respecto a las elecciones en EE.UU., es la confusión en torno al sistema y en especial a esa discusión de si es verdaderamente representativo y si se respeta la intención del votante. Se dice y habla demasiado.

En definitiva los EE.UU. son una asociación de estados, con gran autonomía cada uno de ellos y sin importar el tamaño ni el número de habitantes-sufragantes de cada miembro, que resuelven conformar una unión federal.

A partir de ahí consienten en nombrar autoridades y un jefe , coordinador o presidente pare manejar esa unión con facultades para aplicar normas federales que obligan a todos, porque todos han convenido que así sea.

A ese coordinador lo podría elegir, por ejemplo, un congreso de todos los gobernadores, por consenso o votando por diferentes postulantes. El voto popular, en tanto, se da en cada Estado cuando elige el gobernador y a representantes y senadores y a los electores para elegir el presidente.



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