Lo primero es estar alertas a las demandas del niño, no todos tienen los mismos intereses. Ellos marcarán las pautas para que el adulto responda preguntas y clarifique dudas, sin dar mas explicaciones que las que piden.
Hablar con los niños pequeños de sus órganos genitales como de cualquier otra parte del cuerpo, explicándoles que son sus partes privadas, que no los debe tocar otra persona que no sean sus padres, madres o encargados y solo para limpiarlas o asearlas. Explicándoles que su cuerpo debe ser respetado y que ellos tampoco deben tocar las partes privadas de los demás por la misma razón.
Los niños descubren a edades muy tempranas que ciertas partes del cuerpo le producen gratificación al roce.
Podemos encontrar que al año o dos, los varoncitos se tocan el pene con frecuencia porque al hacerlo se sienten bien y las hembras se pueden tocar la vulva.
Solo desvíe su atención, porque en esa edad comprender ciertas explicaciones y como se sienten gratificados lo pueden hacer delante de personas que no entiendan esta situación. Jamás pegarles o avergonzarles.
Alrededor de los 3 o 4 años, ya comienzan a darse cuenta de la diferencia de sus órganos genitales externos. Podrían comenzar a explorarse mutuamente por curiosidad.
De ahí la supervisión necesaria de los padres durante los juegos.
De encontrarlos en esa situación, no alarmarse, sino, aprovechar para explicarle las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a sus órganos sexuales, refiriéndose siempre por sus nombres reales.