El filósofo polaco Zigmunt Bauman, autor del concepto de ‘modernidad líquida”, se ha hecho famoso al hacer un análisis profundo e interesante de la realidad en la que vivimos. Afirma que nuestro tiempo actual está caracterizado por la “volatilidad”, “incertidumbre” y la “inseguridad”. Estos fenómenos también podemos encontrarlos en la educación.
La era digital ha producido una verdadera metamorfosis en los procesos pedagógicos a todos los niveles del sistema educativo. Como un ejemplo de esto podemos mencionar el sector de la educación superior donde existe una tendencia a la “virtualización”. Las universidades del mundo están aplicando tecnológica de la información y comunicación (TIC) de manera intensiva. Los procesos administrativos, así como los de enseñanza y aprendizaje, han cambiado radicalmente. Nos podríamos preguntar: ¿Qué efecto produce esto en la educación?
En primer lugar, un nuevo tipo de estudiantes. Los jóvenes que asisten a las universidades esperan resultados inmediatos. No le encuentran sentido a las formas tradicionales de aprendizaje. Lo que pueda decirle un profesor en el aula, ¿acaso no lo podemos encontrar en internet?
En segundo lugar, los profesores tienen nuevos e importantes desafíos. La aplicación de las TIC deben hacerlo con sentido creativo e innovador, buscando aprovechar en su docencia nuevas tecnologías como la robótica, inteligencia artificial, ciencia de los datos, internet de las cosas, así como el aprendizaje móvil y en línea. También en el mundo de la investigación hay nuevos retos. La producción científica puede encontrarse en gran cantidad, publicada en formato abierto y difundida a través de internet.
Y por último, las instituciones y sus líderes están obligados a repensar la universidad desde una óptica digital. El tiempo y espacio universitario se vuelve semipresencial. Los profesores y estudiantes esperan invertir menos tiempo en aulas y más tiempo en laboratorios, talleres y en el ciberespacio. En definitiva, el mundo es cambiante, volátil y veloz. Estamos a la distancia de un clic de todo el conocimiento humano gracias al Internet.
Se puede afirmar como Bauman que la “educación es víctima de la modernidad líquida”. Todo se hace inestable esperando la próxima innovación disruptiva que seguirá cambiando nuestro mundo. La educación es un elemento más en esta sociedad “líquida” que muchas veces necesita de una inteligencia “sólida” para aprovecharla mejor.