QUITO, Ecuador.-El presidente de Ecuador, Rafael Correa, desafió el miércoles a la oposición a medirse con el gobierno en las calles durante la celebración del Día del Trabajo, y se mostró confiado en que por cada critico marcharán ocho simpatizante suyos.
El mandatario izquierdista, en el poder desde 2007, retó a sus adversarios a probar el próximo viernes qué tanto apoyo tienen ahora que, según el, quieren «hacer creer al mundo» que el gobierno es impopular, tras las recientes medidas que ha promovido en medio de la caída de los ingresos por el bajo precio internacional del petróleo.
«Vamos a ver si todo el mundo está contra nosotros (…) No van a tener ni para empezar (a marchar ndlr), porque fácilmente les vamos a dar ocho a uno», lanzó Correa durante una conferencia de prensa. El presidente ecuatoriano enfrenta una dispersa oposición que intenta organizarse en torno a reclamos contra el proyecto de reelección indefinida – que tramita el Congreso de mayoría oficialista – y el alza de impuestos a las importaciones.
Asimismo, organizaciones sindicales y estudiantiles planean marchar en rechazo a la sustitución del aporte estatal obligatorio del 40% a las pensiones por jubilación por una «garantía» de pago cuando no haya recursos para cubrir esas obligaciones.
Esta última disposición está contenida en la Ley de Justicia Laboral y Reconocimiento del Trabajo del Hogar – que incorpora a las amas de casa en el sistema de jubilación-, y que a juicio de opositores puede desfinanciar en el mediano plazo el fondo de pensiones que cubre a 460.000 ecuatorianos. Dicha reforma le permitirá al gobierno disponer de 1.100 millones de dólares que destinaba anualmente al fondo de pensiones.
Correa reivindicó varias reformas que ha promovido en favor de los trabajadores, y dijo que detrás de los reclamos están adversarios políticos que quieren aplicar la misma estrategia que se sigue contra los gobiernos de Venezuela, Argentina y Bolivia. Según el mandatario, ese «libreto» prevé la «movilización permanente» en las calles para generar incidentes con la policía, y la «victimización» de los líderes de las protestas.
