Eclipse en el Estado

Eclipse en el Estado

Eclipse en el Estado

A una jovencita que hace sus pinitos en comunicación corporativa –fascinada por la producción audiovisual- le asignaron en su lugar de trabajo la realización de un mini documental que asumió con presteza y de buen ánimo como oportunidad de hacer un camino.

Su única condición –expuesta con una pasmosa convicción- fue no salir en cámara y hacer solamente voz en off, por cuanto se trataba de un tema vinculado con una institución del Estado y ella (lo dijo sin tapujos) no quería “quemarse” con asuntos inherentes al sector público.

El Estado está lleno de personas talentosas, competentes, meritorias académicamente y eficientes en sus áreas de desempeño. Algunas se han formado en las mejores escuelas del país y del exterior con aportes de fondos públicos. Están en todas las instituciones haciendo posible el funcionamiento de la burocracia.

Son diseñadoras de grandes iniciativas de políticas públicas, trabajan con lealtad y ética. Defienden los intereses del Estado con denuedo en foros, debates, negociaciones bilaterales y multilaterales y, en fin, ayudan a poner en alto la reputación de la República Dominicana.

Muchas de esas personas suelen trabajar con perfil bajo, sin buscar aplausos, canonjías ni exhibirse en la prensa.

Esos talentos conviven, sin embargo, con un enjambre de gente inútil, profesionalmente minusválida, y a veces corrupta, que ocupa posiciones de relevancia como compensación por haberse montado en la patana haciendo “bandereos” a favor de un candidato y por estar “enllavada” o emparentada con alguna instancia de poder.

Ese esquema clientelar, en el que abundan aquellos y aquellas cuyos únicos méritos son las habilidades y las maniobras de alcoba para ganar principalías, es una especie de eclipse que impide ver todo lo bueno que hay en el Estado.

Esta influencia es tan fuerte que hasta bloquea la comprensión y la credibilidad de grandes iniciativas de los gobiernos.

El propio Estado se encarga de su mala fama y de construir la percepción, que traspasa las generaciones, de que todo lo público es una reunión de buitres para despedazar un cadáver y cada quien llevarse su porción. Es una obra del clientelismo y del populismo.



Victor Bautista

Máster en Dirección de Comunicación OBS/Universidad de Barcelona. Egresado de la UASD como licenciado en comunicación. Ha sido alto ejecutivo de medios impresos, de TV e internet. Actualmente es socio director de Mediáticos Consultores de Comunicación.

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