Lo único que Dwight Howard insta a sus escépticos a hacer es esto: miren las cifras. Insiste en que cuentan la historia. Promedió 15,7 puntos y 11,8 rebotes por partido. Solo otros 13 jugadores en la historia de la NBA han conseguido esas cifras en toda su carrera.
Todos ellos entraron al Salón de la Fama.
—Entonces, ¿por qué no yo? —preguntó Howard.
Ya no necesita hacer esa pregunta.
Howard, quien aún está molesto, y algunos dirían con razón, por haber sido excluido del equipo del 75.º aniversario de la NBA, presentado hace casi cuatro años, no fue desairado para el máximo honor individual que se le puede otorgar a un jugador. Ingresa al Salón de la Fama del Baloncesto Naismith Memorial este fin de semana, culminando una carrera en la que fue ocho veces All-Star, cinco veces campeón de rebotes, dos veces campeón de tapones y el único jugador en ganar el premio al mejor jugador defensivo del año en tres temporadas consecutivas.
“Estoy muy orgulloso de mi longevidad y de haber podido jugar tanto tiempo como he podido y mantenerme tan sano”, dijo Howard. “Y quiero que la gente diga que siempre di lo mejor de mí, con el 100 % de esfuerzo. Pueden decir: 'Pase lo que pase, él va a darlo todo’”.
Howard es uno de los dos dobles consagrados este fin de semana; él y Carmelo Anthony ingresan al Salón de la Fama por sus logros individuales y nuevamente como parte del equipo de baloncesto olímpico de EE. UU. de 2008, apodado el "Equipo Redentor", después de ganar el oro en los Juegos de Beijing ese verano.
También ingresarán al Salón este fin de semana: las grandes del baloncesto femenino Sue Bird, Maya Moore y Sylvia Fowles, el socio general gerente de Miami Heat Micky Arison, el veterano árbitro de la NBA Dan Crawford y el entrenador de los Chicago Bulls Billy Donovan, ganador de dos títulos de la NCAA cuando entrenaba en Florida.
"Es una gran clase", dijo el director del equipo nacional masculino de baloncesto de Estados Unidos, Sean Ford.
Howard ocupa el décimo puesto en la lista histórica de rebotes de la NBA y el decimotercero en la de tapones. Es uno de los cuatro jugadores con tres premios DPOY, solo por detrás de los cuatro veces ganadores Dikembe Mutombo, Ben Wallace y Rudy Gobert. Y consiguió su único anillo de la NBA en 2020, cuando Los Angeles Lakers vencieron a los Miami Heat en la final de la burbuja.
Solo otro jugador, Elvin Hayes, terminó su carrera en la NBA promediando tantos puntos, rebotes y tapones como Howard. Los tapones no se convirtieron en una estadística oficial hasta 1973, pero aun así, las estadísticas demostraban que Howard tenía asegurado su lugar en el Salón de la Fama de Springfield, Massachusetts.
"Fue absolutamente ridículo que no llegara al Top 75″, dijo Stan Van Gundy, entrenador de Howard durante mucho tiempo en Orlando, cuando se lanzó el equipo del 75.° aniversario.
Howard y Van Gundy no siempre estuvieron de acuerdo. En este punto, coinciden en todo.
“Me preguntaba si alguna vez entraría al Salón de la Fama después de lo del Top 75, porque parecía que, en cuanto a mi juego de baloncesto, no había recibido mucho respeto en mis años en la liga”, dijo Howard. “Fue un poco difícil. Pero cuando me llamaron, pensé: '¡Guau, esto es aquí!’”.
El desaire al equipo por el 75.º aniversario podría surgir en el discurso que Howard planea pronunciar este fin de semana. Si este discurso resulta similar al que dio a principios de este año cuando fue incluido en el Salón de la Fama del Orlando Magic (pasó sus primeras ocho temporadas de la NBA con el Magic, sin perderse casi ningún partido desde que lo seleccionaron como el número uno del draft de 2004), se esperan risas y lágrimas. A Howard no le importa mostrar sus emociones.
El Salón de la Fama tampoco lo hizo esperar. Howard fue elegido durante su primer año de elegibilidad.
“Está sucediendo. Es mi ingreso al Salón de la Fama, mi ingreso como jugador y luego como atleta olímpico”, dijo Howard. “Es como un doble golpe, pero en el buen sentido”.
