Como era de esperarse, mientras más tiempo pasa para inmunizar a las poblaciones, más pérdidas humanas suceden.
Las razones por las que se incrementan los contagios son muchas y muy variadas.
Las más dolorosas están vinculadas a la inconsciencia de quienes se reúnen de manera irresponsable y sin protección.
Otra de las razones por la que en muchos casos las personas rompen el aislamiento es por el agotamiento que produce la soledad. Cuando la pandemia traspasó las fronteras, cada país impuso un tiempo que parecía sería corto, pero que poco a poco se extendió y ya sobrepasa el año en algunos lugares.
Como una de las partes más dolorosas que sobresalen está la soledad de la pérdida. El solo hecho de perder un ser amado es doloroso e irremediable, pero no tener la oportunidad de compartir en familia y amigos intensifica la desolación de los deudos.
En este momento es casi seguro que cada persona conozca de alguien que ha perdido un pariente por Covid-19 u otra causa; a quien no hayan podido dar la sepultura y los honores que tradicionalmente hubiese tenido previamente.
La mayoría de los países mantienen controles para tiempo y aglutinamiento durante funerales y festejos. Sin embargo, no han sido igual de efectivos para actividades políticas durante las cuales se ha comprobado que los contagios se incrementan.
Tampoco han podido controlar reuniones familiares y de amigos realizadas en la clandestinidad de los hogares y que han dejado cuentas rojas y muy dolorosas.
Personalmente decidí abrazar y acompañar a mis seres queridos a través del teléfono y los medios sociales y así fomentar la salud de todos.