No hay pero que justifiquen la permanencia por décadas de dirigentes en todas las esferas del deporte dominicano, dado que ya no tienen absolutamente nada que aportar al desarrollo de esa actividad.
Comenzando por el propio Comité Olímpico, las federaciones, asociaciones y clubes, cuyos dirigentes se creen dueños y señores de esos organismos.
Y es que definitivamente se hace difícil una renovación de esas estructuras, dado que por diversas formas, aunque aparentemente son democráticas, en el fondo, se imponen por métodos harto conocidos en esas esferas.
Se hace necesario que el deporte, sin pérdida de tiempo, se someta a cambios radicales en su cúpula dirigencial, porque no es posible que las nuevas generaciones de hombres y mujeres que están en condiciones de aportar, se mantengan aisladas en estos procesos.
No hay un solo dirigente que desde el poder se les pueda derrotar en los procesos electorales, dado que “siempre tienen la sartén agarradas por el mango”.
Es casi imposible que surjan nuevos dirigentes, y la historia está ahí, jamás, nunca miente.
Han sido poquísimos los directivos que en las últimas décadas han podido ser desplazados, aunque su trabajo haya sido bastante o muy cuestionable.
Muchos podrían alegar que han tenido buenos o regulares resultados dirigiendo sus respectivas disciplinas, pero ello no puede ser óbice para que se crean dueños y señores.
El mundo se mantiene en constante cambios, y el deporte no es la excepción, para que muchos entiendan que esas instituciones son su propiedad, y que nadie puede aspirar, porque sin ellos todo se iría a pique. Así no, por favor.