Este lunes 22 de enero se cumplió el primer aniversario del inicio de la Marcha Verde, y el viernes 26 conmemoramos el 205 aniversario del natalicio de Juan Pablo Duarte, quien demostró que aun en la guerra se puede y se deben manejar los recursos públicos con transparencia y pulcritud.
Algunos de mis lectores podrían pensar que no hay ninguna relación entre una cosa y la otra, pero se equivocan. Duarte ha sido -en gran medida- el inspirador de la Marcha Verde, porque encarna el modelo de funcionario público que rinde cuentas, eso que hoy reclama la sociedad.
A su regreso de Baní, adonde fue enviado el 21 de marzo de 1844 a tratar de convencer a Pedro Santana de dar un paso adelante y atacar a los haitianos que ya habían sido derrotados por los dominicanos el 19 de marzo, Duarte dio una gran lección de honradez y transparencia. No hubo acuerdo entre él y el caudillo hatero, y recibió la orden de la Junta Central Gubernativa de volver a la Capital.
Al llegar a Santo Domingo, Duarte rindió un informe pormenorizado de los gastos en que incurrió durante la campaña, desde los 2 pesos de plátanos, hasta el más mínimo gasto en la compra de velas. En suma, de los mil pesos que le fueron entregados, solo gastó 173, y devolvió los restantes 827 pesos con el detalle preciso de lo que había gastado.
Lamentablemente, hoy, la mayoría de los funcionarios públicos, incluidos senadores y diputados, piensan que es una herejía que se les exija un informe de qué hacen con los recursos que aportamos todos a través de los impuestos.
Desde Buenaventura Báez hasta Danilo Medina, cada uno de los gobiernos que hemos tenido -salvo honrosas excepciones- ha superado en materia de corrupción al anterior. Pero ya el pueblo se cansó de tantos desmanes.
Por eso, el próximo domingo miles de buenos dominicanos volverán a las calles a decir no a la corrupción y a exigir el fin de la impunidad, a pedir transparencia, como enseñó Duarte.