Dualismo económico e informalidad

Hablar del dualismo económico es referirse a la presencia o existencia de varios sectores económicos desiguales que cohabitan dentro de una misma economía, pero con funciones y características espaciadas. Dichos sectores logran tener disímiles niveles de desarrollo, productividad, tecnologías y orientación que su aporte es insignificante al desarrollo.
Los denominados países en vía de desarrollo en su análisis y perspectivas económicas fueron los que permitieron una interpretación socioeconómica de que en una economía ciertamente coexisten dos sectores con características desiguales. Se atribuye al economista, premio Nobel 1979, Arthur W. Lewis el haber desarrollado un modelo que ha permitido clasificar a los países según su nivel y diferencias con otros, lo cual fue profundizado cuando el economista Gunnar Myrdal tipifica lo que se denomina el desequilibro regional entre zonas internas y países similares.
En la actualidad, abordar e interpretar el dualismo económico implica que en las diferentes actividades económicas se exhiben dos tipologías de economía, y en la cual una evidencia grandes atrasos, mientras existe otra con niveles tecnológicos muy avanzados, con firmeza institucional y legal. Para entenderlo mejor, en la economía con niveles de atrasos predomina la informalidad, básicamente con abundancia de microempresas, en tanto que, existe un renglón de la economía donde resaltan niveles de avanzada donde la economía tiende a caracterizarse por apreciable nivel de desarrollo institucional, innovación tecnológica, competitividad y productividad inocultables.
En los países de economía emergente, o en desarrollo, coexisten grandes riquezas internamente en determinadas zonas o región donde la pobreza y la inequidad abundan, mientras que esa riqueza se concentra en una minoría. Por igual, existe una tenaz discrepancia entre pobres y ricos, donde estos últimos lo quieren todo.
Ahora bien, el dualismo económico se pone evidencia con la amplitud territorial ante la presencia desproporcionada entre los sectores urbano y rural, pero también a nivel generacional, genero, personas alfabetizadas y analfabetos. En cualquier circunstancia, de lo que se trata es de que el dualismo económico engendra una expansión de los niveles de pobreza en la generalidad de la población a escala global.
Los países que preservan y multiplican la existencia del dualismo económico son aquellos donde predomina y se adaptan a la coexistencia de sectores económicos que comparten un mismo espacio a su interior, separados por manifestar niveles distintos de desarrollo social y económico, rezago en la adopción de tecnología y patrones diferentes en su esquema de demanda. Por tal razón, existirá un sector que disfrutará de un uso intensivo de capital y tecnológicamente será más moderno, mientras que otro sector utilizará mano de obra intensiva y, por tanto, tecnológicamente será arcaico y lento sus aspiraciones de progreso.
En las economías con alto nivel de dualismo, por lo general, engendra la informalidad y se inscriben dentro de un patrón de anquilosamiento que fomentan el circulo vicioso de la mano de obra intensiva, apelando a la mano de obra de migración irregular cuya finalidad es construir un esquema salarial de pobreza y miseria. Son impulsores de una economía subterránea o paralela que solo tienen una fijación en la acumulación de riqueza placentera, obnubilados por la aceleración del lucro sin preocuparse por la destrucción institucional y la buena convivencia social.
Estos criterios son validos para interpretar la situación actual por la que transita la economía dominicana que se cimenta sobre una elevada proporción de informalidad superior al 62%, lo cual pone en situación de riesgos a una parte significativa de la población ya que estos quedan excluidos de la seguridad social y beneficios laborales. En adición, resulta penoso y preocupante que grupos económicos se decanten por demandar manos de obra de migrantes irregulares cuyo propósito es consolidar e institucionalizar salarios de miseria para agrandar fortunas sin límites, sobre la base del desorden.
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