El país nunca estudió diligentemente a nuestro patricio. Su biografía nunca se impartió con el debido rigor, y, por eso, muchos jóvenes desconocen sus principales facetas espirituales, intelectuales y morales y creen que se trata de un héroe cualquiera, insustancial por demás.
En este artículo he querido reproducir dos de los muchos versos salidos de su preclaro numen. Veamos:
DEL PROSCRITO
Cuán triste, largo y cansado / cuán angustioso camino / señala el ente Divino / al infeliz desterrado.
Ir por el mundo perdido / a merecer su piedad / en profunda oscuridad / el horizonte sumido.
Qué triste es verlo pasar / tan apacible y sereno / y saber que allí en su seno / es la mansión del pesar.
EI suelo dejar querido / de nuestra infancia testigo / sin columbrar a un amigo / de quien decir me despido.
Pues cuando en la tempestad / se ve perder la esperanza / estrellase en la mudanza / la nave de la amistad.
Y andar, andar errabundo / sin encontrar del camino / el triste fin que el destino / le depare aquí en el mundo.
Y recordar y gemir / por no mirar a su lado / algún objeto adorado /
a quien ¿ te acuerdas? decir.
Llegar a tierra extranjera / sin idea alguna ilusoria / sin porvenir y sin gloria / sin penares ni bandera.
SÚPLICAS
Si amorosos me vieran tus ojos / acabarían mis penas en bien / pues quitaras así de mi sien / la corona que ciñe de abrojos.
Y a mi pecho volviera la calma / que otro tiempo gozó placentero / y hoy le niega el destino severo / insensible a las penas del alma.
No le imites, señora, te ruego / no te cause placer