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Dos copos de algodón

A Danilo Medina le ha tocado administrar el Estado dominicano bajo condiciones de escasez: dinero, buena voluntad, honradez, sentido de la identidad y la moral deseable. Todo escasea. Cuando iba a instalarse, el entonces presidente Fernández utilizó el símil del avión a punto de despegar para referirse al estado de la economía.

El avión, devuelto al hangar, ha sido ignorado por un Presidente dedicado, durante casi dos años, a mirar para otro lado; como consecuencia, no ha habido tal despegue, si no un tentempié con un poco de adormidera mientras practica la alquimia del homúnculo centrado en pequeños productores agropecuarios y en artesanos.

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Ante el alelamiento de unas clases medias empujadas a vivir de espejismos, cuando no a flotar en una burbuja de jabón durante cuatro períodos sucesivos de gobierno, en el entorno del Presidente no cesa el murmullo de quienes le acompañan en la administración pública para que se aventure con la reelección. Si alguno de nosotros fuera ministro de la Presidencia, Administrativo o de Obras Públicas, talvez estaría instigando al Presidente como deben de estar haciéndolo estos y otros puestos.

Desde la butaca del escribidor se alcanza a ver a un Danilo Medina como la muchacha de los primeros amores: no se atreve, pero oye requiebros, compara… y suspira con ilusión. Si afloja, tendrá que jalar el avión hasta la pista, o lo que es lo mismo: echar manos de los métodos de carniceros de períodos anteriores… y descuartizar la economía.

Si se arriesga a dar este paso puede tener asegurada la reelección, y con ella la definitiva quiebra económica, social, moral y política del pueblo dominicano. El consentimiento y la pasividad sobre los cuales gobierna Medina pueden trocarse en el silencio de los toros, en los cuchillos no guardados de “Compadre Mon”.

Ante esta eventualidad el Presidente debe hacer prevalecer su inclinación —o su fachada— a la prudencia y la flexibilidad. Si esto parece o es cobardía, si es timidez, hasta ahora le ha permitido nadar sin grandes desafíos.

En menos de dos años tendremos elecciones y si todo ocurre como hasta ahora pinta, Leonel Fernández vuelve a la Presidencia (o gana quien logre su apoyo), Medina a su casa y el avión a la pista, pero esta vez con una diferencia: un precedente moral en la reserva con su fachada de sencillez. Parece poco, pero si le ha ganado la indulgencia y la cooperación del pueblo dominicano, es un tesoro.

Si el Presidente se esfuerza en llevar a buen término los dos años pendientes, si es tacaño con los de aquí y con los de afuera, quizá pueda irse en paz al final de su mandato, dejándonos con el aliento contenido e ilusionados.

Dos copos de algodón en los oídos pueden hacer mucho por una persona asediada si es sincera, sea una muchacha, sea un gobernante.
¡Póngaselos, Presidente!

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