SANTO DOMINGO.-Muchos donantes de sangre se eximen de convertirse en voluntarios debido a prejuicios sobre el manejo de la sangre en los bancos.
“Hay personas que me han puesto negativo al decirme que se la ponen difícil a los donantes voluntarios. Tengo dos tíos que donaban y cuando fueron a buscar la sangre se les complicó”, comentó a EL DÍA, Edison Ramírez, de 30 años de edad, quien suele donar por reposición con regularidad.
La primera vez que lo hizo tenía 18 años y fue el estado de gravedad de una amiga el que lo condujo a la Cruz Roja. “Me hice la prueba para saber si calificaba como donante, me dijeron que sí y desde entonces siempre voy a la Cruz Roja o al Oncológico.
A veces me pasan los cuatro meses y en otras ocasiones antes de los tres meses estoy donando. Siempre a alguien que me lo solicita”, dijo Ramírez.
Otro que dona con regularidad es Frank Tejeda Tejeda, un caso de gravedad también lo convirtió en donante, aunque de manera similar a Ramírez, por reposición. “No soy donante con tarjeta, pero sí dono a las personas que lo necesitan. No me he motivado a donar de manera voluntaria porque entiendo que todo es un negocio en sí. Y en vez de procurar obtener algo a cambio, prefiero hacerlo directamente”, comenta.
Desinformación
Las posiciones de Tejada y de Ramírez al parecer son comunes de los donantes, en vista de que en una visita a la sede de la Cruz Roja, todos tenían en común que lo hacían para socorrer a un familiar, amigo o conocido.
La encargada administrativa de la Cruz Roja, Lucrecia Rosario, indicó que muchos lo hacían por desconocimiento, ya que los que fungen como donantes voluntarios tienen privilegio al momento de requerir atención.
“Los que requieren sangre y llegan con tarjeta de donantes ni siquiera hacen fila”, indicó Rosario, quien rige la entidad que, en su capítulo de sangre, es la encargada de trasfundir más del 50% de este líquido vital en el país.
El procesamiento
En la Cruz Roja ya tienen 52 años trabajando como intermediarios en la donación de sangre, su labor es continua y realizada por 53 bioanalistas y 23 médicos en la sede central. Posee igualmente sucursales en Santiago, San Francisco y La Romana.
El director de su Banco de Sangre, el doctor César Matos, afirmó que “actualmente estamos preparados con un edificio sismoresistente y maneja todos los reactivos de última generación en donde estamos en capacidad ante una eventualidad mayor de darle respuesta a la población en unos minutos, ya que nuestros equipos pueden procesar de manera rápida una unidad de sangre y de manera continua”.
Para pagos de personal, reciben un subsidio gubernamental de poco más de tres millones de pesos cada mes.
La principal preocupación de sus autoridades es no contar con la capacidad de sostener una campaña promocional que incida en un aumento de donantes voluntarios.
La premura con la que realizan el trabajo, también les dificulta educar a los donantes por reposición a fin de convertirlos en voluntarios recurrentes.
Otra de las dificultades es la no cobertura de las aseguradoras de salud a los reactivos utilizados en la analítica de la sangre, lo que suele provocar ira a los que acuden en busca del plasma, pues en muchos casos desconocen el proceso y no cuentan con los recursos básicos.
“Aquí tenemos casos en los que hay que darle a la persona hasta el transporte”, dijo Rosario. Pese a todo lo anterior, no paran.
Sus equipos procesan de manera ininterrumpida la sangre que les solicitan durante todo el año. Poseen equipos de procesamiento por ventana, los que permiten agilizar el reconocimiento de virus y otras condiciones en la sangre. “Hay enfermedades que tardan hasta seis meses en desarrollarse, estos equipos lo hacen en horas”, dijo Rosario.