El presidente Donald Trump muestra su mascarilla durante el primer debate presidencial en Cleveland, Ohio, en esta fotografía del 29 de septiembre de 2020. (AP Foto/Julio Cortez)
Maryland.- El médico del presidente Donald Trump anunció el sábado por la mañana que el mandatario está de “buen humor”, sin fiebre y que respira bien mientras recibe tratamiento por COVID-19 en un hospital militar, un panorama color de rosa que contrastó con lo dicho por una persona familiarizada con la salud de Trump, quien reveló que al mandatario se le administró oxígeno suplementario la víspera, antes de abandonar la Casa Blanca.
Informando a la nación sobre el estado del presidente desde fuera del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed en Bethesda, Maryland, el doctor Sean Conley, comandante de la Marina, dijo que Trump no ha tenido fiebre durante 24 horas.
Trump fue admitido al hospital el viernes después de dar positivo en el test del coronavirus. Adicionalmente, el jefe de despacho de la Casa Blanca, Mark Meadows, dijo que el presidente pasó por un período “muy preocupante” el viernes y que las próximas 48 horas serán críticas en términos de su atención.
Aunque el doctor Conley dijo que Trump no está recibiendo actualmente oxígeno por medios auxiliares, se negó a decir si Trump lo recibió alguna vez en las últimas horas, a pesar de las preguntas repetidas en ese sentido.
Dijo que los síntomas de Trump, como la tos y la congestión nasal, “se están resolviendo” y que el presidente está “mejorando”. “Está de muy buen humor”, dijo otro médico, Sean Dooley.
Según una persona familiarizada con la salud de Trump, el mandatario recibió oxígeno en la Casa Blanca el viernes antes de ser trasladado al hospital militar.
La fuente tiene conocimiento del estado de salud del presidente, pero no estaba autorizada a hablar públicamente y reveló la información a The Associated Press bajo condición de no ser identificada.
El gobierno ha sido sistemáticamente menos que transparente sobre la salud del presidente a medida que el virus se propagaba dentro de la Casa Blanca.
Varios ayudantes se han negado a compartir la información básica sobre la salud del mandatario, incluyendo un recuento completo de sus síntomas, qué pruebas se ha realizado y los resultados.
La primera noticia de que un asistente cercano a Trump se había infectado vino de los medios, no de la Casa Blanca.
Con aspecto fatigado y con fiebre, Trump fue trasladado en helicóptero al hospital militar el viernes en la noche.
Allí, el presidente de Estados Unidos recibió remdesivir tras someterse a un tratamiento con un fármaco experimental en la Casa Blanca, dijo Conley durante la noche.
El remdesivir, es un medicamento antiviral. Trump, que pasó meses restando importancia a la amenaza del virus, se vio obligado el viernes a cancelar todos sus actos de campaña a un mes de las elecciones, mientras lucha contra un virus que ha matado a más de 205.000 estadounidenses y está afectando a otros en su esfera.
La Casa Blanca dijo que, por precaución, Trump pasará “unos días” en el centro médico militar y que continuará trabajando desde la suite presidencial del hospital, que está equipada para permitirle cumplir con sus obligaciones oficiales.
Trump salió por su propio pie de la Casa Blanca el viernes en la noche, con mascarilla, e hizo un gesto con el pulgar levantado a los reporteros, pero no realizó declaraciones antes de subir al helicóptero Marine One.
La Casa Blanca dijo que se esperaba que Trump se quedara en el hospital “unos días” y que continuaría trabajando desde la suite presidencial del hospital, que está equipada para permitirle cumplir con sus deberes oficiales.
Además de tener acceso directo a las pruebas y el equipo, la decisión se tomó, al menos en parte, con el entendimiento de que trasladarlo más tarde, si empeoraba, podría enviar una señal preocupante.
Cuando falta apenas un mes para las elecciones presidenciales, Trump anunció que dio positivo en un tuit alrededor de la una de la madrugada del viernes, tras regresar de un acto de recaudación de fondos el jueves.
El mandatario no dijo nada a la multitud a sabiendas de que había estado expuesto a una colaboradora contagiada con una patología que ha infectado a millones de estadounidenses y ha matado a más un millón de personas en todo el mundo.
La primera dama, Melania Trump, también dio positivo, añadió el presidente, así como varios colaboradores más en la Casa Blanca, generando la preocupación de que la Casa Blanca o incluso el propio mandatario pudieran haber propagado aún más el coronavirus. Trump explicó que su esposa estaba bien.
Varios funcionarios del gobierno apuntaron al acto del pasado sábado en el que Trump presentó a Amy Coney Barrett como su candidata a la Corte Suprema en la Rosaleda de la Casa Blanca como la posible conexión entre los casos reportados entre la clase política de Washington el viernes.
La exasesora de la Casa Blanca Kellyanne Conway, el presidente de la Universidad de Notre Dame y al menos dos legisladores republicanos que acudieron al evento —el senador de Utah Mike Lee y el de Carolina del Norte Thom Tillis— comunicaron el viernes que dieron positivo al virus y estaban aislados.
Entre los positivos estuvo también el del director de la campaña electoral de Trump, Bill Stepien.
El vocero de la campaña, Tim Murtaugh, confirmó la noticia adelantada por Politico de que Stepien había sido diagnosticado el viernes, y dijo que sufría “síntomas leves similares a los de la gripe”.
Stepien, quien acompañó al presidente al primer debate el martes, tiene previsto guardar cuarentena hasta que se recupere.
El diagnóstico llega en un momento ya turbulento en Washington y en todo el mundo, con Estados Unidos inmerso en una acalorada elección presidencial marcada por el costo humano y económico de la pandemia.
Los próximos actos de campaña del presidente fueron cancelados y el debate del 15 de octubre con el candidato demócrata Joe Biden está en duda. Biden dijo el viernes que él y su esposa dieron negativo al virus.
Durante gran parte del año, y por última vez el miércoles, Trump ha tratado de convencer a los estadounidenses de que lo peor de la pandemia había pasado, y siempre ha minimizado la preocupación de que era una persona vulnerable a la enfermedad.
En su mayoría se ha negado a cumplir las recomendaciones básicas de salud pública —incluyendo las de su gobierno—, como el uso de mascarilla en público o mantener la distancia social.
Hasta su positivo, siguió celebrando actos de campaña a los que asistieron miles de seguidores, a menudo sin cubrebocas.