MADRID.- El primer día que se puso el uniforme, todavía en periodo de prácticas, Débora Torreira (Santo Domingo, 1991) se dio cuenta de la responsabilidad que asumía.
Ser Policía Nacional había sido su sueño desde niña. Incluso dejó de lado el balonmano durante casi tres años para preparar la oposición y conseguir su plaza.
Esa actividad, que ahora compagina con los entrenamientos y con los partidos en el Liberbank Gijón, guía su rutina durante el confinamiento. Pese a la pandemia de COVID-19, ella sigue manteniendo su juramento.
“Muchas personas nos ven como héroes, pero solo cumplimos nuestro deber. Es nuestro trabajo defender a España, defender a los ciudadanos y cuidarlos”, subraya en una conversación telefónica con EFE.
Con sumo respeto a la enfermedad y guardando precauciones higiénicas -como llevar guantes y mascarilla o lavarse las manos “cada dos por tres”, explica- Débora Torreira sigue ejerciendo su profesión. Así suele llenar, habitualmente, sus mañanas. Después le queda tiempo para continuar sus estudios de criminología y para ejercitarse.
“Nos compramos una cinta de correr y acondicionamos una habitación para poder entrenar. ¡La verdad es que entreno más que antes!”, bromea.
Evitar los desplazamientos al pabellón o eliminar las visitas al fisioterapeuta ha multiplicado, casi irremediablemente, el tiempo que pasa en su casa. Reconoce que no está acostumbrada. “A mí me gusta no tener tiempo para nada y ahora tengo tiempo para todo”, confiesa.
La declaración del Estado de Alarma, de hecho, interrumpió un breve periodo de vacaciones que le había concedido el Liberbank Gijón. Este parón de la División de Honor femenina debía coincidir con la disputa de los torneos preolímpicos. El coronavirus, sin embargo, paralizó el programa deportivo.
La defensa de Santo Domingo, de padre español y madre dominicana, intuye que la vuelta a la normalidad no será inmediata.
“Viendo la situación que estamos pasando, creo que va a costar recuperar la normalidad. Tampoco sabemos si la liga volverá. Personalmente, creo que puede llegar a suspenderse”, apunta.
Ya llegará el momento de volver a disfrutar del balonmano, una disciplina que descubrió de la mano del Corvera.
“Mis entrenadores eran policías locales y recuerdo que verles con el uniforme me llamaba mucho la atención. Mi madre decía que era un oficio muy peligroso, pero yo lo tuve claro”, cuenta sobre el vínculo entre sus dos vocaciones.
El balonmano solo pasó a un segundo lugar durante la preparación de la oposición; terminado su tiempo de formación en Ávila regresó a las canchas, en Puerto de Sagunto.
“Había un equipo por debajo de la máxima categoría, que tenía un proyecto muy bonito. Me puse en contacto con ellos diciéndoles que quería volver a jugar. Me hicieron una prueba y me dijeron que me querían. Fue un año muy bonito, en el que conseguimos el ascenso. De hecho, cuando volví me hicieron un reconocimiento por lo que había aportado al equipo”, rememora agradecida.
Asentada en la máxima categoría del balonmano español con el Liberbank Gijón, Débora Torreira también tiene sueños ambiciosos que cumplir con la selección de la República Dominicana.
“Se pusieron en contacto conmigo a los 18 años y era una oportunidad que no podía dejar escapar. Somos campeonas centroamericanas y estamos a la espera de que se celebre el pre-Mundial, cuando se pueda. Esperamos estar en el próximo Mundial, que es en España. Queremos seguir creciendo, intentar volver al Mundial y volver a ser campeonas centroamericanas y ganar alguna medalla panamericana. Después está ese gran objetivo, de alcanzar unos Juegos Olímpicos”, remarca.
Ocurre que ahora sus ambiciones están paralizadas por la cuarentena, pero volverán los días en que Débora Torreira podrá seguir conquistando sus metas.
*Por Lucía Santiago