El otoño y el invierno, con el frío, son las estaciones preferidas de los virus respiratorios, donde circulan con más frecuencia, sobre todo entre los niños. Y llega el temido dolor de garganta.
La garganta es un tubo muscular situado en el cuello por donde pasan los alimentos y las bebidas hacia el esófago y el aire a los pulmones.
En la garganta están las adenoides, más conocidas como vegetaciones, las amígdalas, la faringe, la laringe, el esófago y la tráquea.
Las adenoides y las amígdalas forman parte del sistema linfático que ayuda a combatir las infecciones, durante la infancia son de mayor tamaño y van encogiéndose gradualmente con el paso de los años. Las infecciones de garganta más habituales que provocan inflamación y dolor son la amigdalitis y la faringitis.
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Dolor de garganta…¿Por qué?
Normalmente los términos dolor de garganta, amigdalitis o faringitis se utilizan como si fueran la misma cosa y no es así.
Faringitis
La faringitis es una infección provocada por una bacteria concreta, el estreptococo que causa inflamación de las amígdalas y puede afectar a diferentes zonas de la garganta.
Este tipo de infección es muy habitual entre los niños y adolescentes en edad escolar y provoca dolor de garganta, fiebre de más de 39ºC, glándulas en el cuello inflamadas y pus en las amígdalas, lo que normalmente conocemos como anginas.
Amigdalitis
La amigdalitis es la inflamación de las amígdalas y el dolor de garganta está provocado por virus que pueden hacer que la garganta y la zona alrededor de las amígdalas se inflamen, pero no las amígdalas.
Infecciones por virus o por bacterias
Las infecciones de garganta están provocadas por virus o por bacterias.
En niños menores de tres años, la mayoría de las infecciones son víricas, “por encima de los tres años pueden aparecer las famosas “placas de pus” también conocidas como “anginas” que son de causa bacteriana y cuyos síntomas suelen ser mucosidad, dolor al tragar, tos, voz gangosa y casi siempre fiebre que suele ser alta cuando se trata de una infección bacteriana”, explica el doctor José Luis Alcaraz, jefe de Pediatría del Hospital Quirónsalud Murcia.
Casi todos los niños han tenido, tienen o tendrán a lo largo de su vida una infección de garganta, ya sea vírica o bacteriana.
El tratamiento para el dolor de garganta es un analgésico antiinflamatorio, normalmente ibuprofeno.
En los casos de dolor de garganta por infección vírica, no es necesario acudir al pediatra si no existe fiebre alta, solo si el niño no responde a los analgésicos, le cuesta tragar o el dolor es fuerte.
Hay que recordar que cualquier medicamento tiene que ser prescrito por un médico, para adecuarlo al peso y a la edad del niño.
Pero “como el fármaco más utilizado en estos casos es muy habitual en pediatría, la mayoría de los padres conocen la dosificación que corresponde a sus hijos, así, las familias pueden hacer frente a estas infecciones con dolor de garganta, fiebre y malestar, con esta medicación. En caso de las famosas anginas, hay que consultar al pediatra para administrar un antibiótico y evitar complicaciones” puntualiza el doctor Alcaraz.
Para determinar si hay infección por estreptococo, se hace un cultivo de garganta que consiste en tocar la parte posterior de la garganta y las amígdalas con un hisopo, la muestra se envía al laboratorio para ver si existen bacterias, en caso negativo, significa que la infección es vírica y no es necesario el tratamiento con antibióticos.
¿Cuándo operar?
Hace algunos años, cuando un niño tenía varias infecciones de garganta se le solía someter a una operación para extraer las amígdalas y así evitar más infecciones.
Ahora, pocas veces se llevan a cabo este tipo de cirugía, “las amigdalitis de repetición, más de 7 episodios en un año o más de 3 al año en tres años, o si existen complicaciones como obstrucción del paso del aire, son los únicos casos que serían valorados por el especialista antes de realizar una intervención”, añade el pediatra.
Consejos para prevenir el dolor de garganta
Existen muchos tipos de infecciones de garganta contagiosos que se transmiten a través del aire, al respirar o en las manos de niños o adultos infectados.
Es importante, mantener alejados a los niños de personas que tienen síntomas.
Los especialistas aconsejan como única prevención al contagio de infecciones víricas retrasar el comienzo de la guardería, además de cumplir con el calendario de vacunación que protege de muchos patógenos bacterianos.
Además recomiendan que los niños hagan vida al aire libre y tengan una alimentación equilibrada y saludable rica en frutas y verduras frescas.
Aunque es inevitable pensar en los “remedios de la abuela”, como es la leche con miel, la cebolla partida en la mesita de noche o las gárgaras con agua y sal para aliviar o reducir algunos síntomas como la tos nocturna, si bien no se ha demostrado su eficacia científicamente, es cierto que producen cierto alivio y, al ser inocuos, no tienen contraindicaciones a la hora de llevarlos a cabo.