La separación de Haití para fundar nuestra república fue una hazaña tan heroica y de tan improbable éxito que más de dos siglos después es un asombro cómo el pueblo dominicano luce achicopalarse ante retos infinitamente menores.
Por ejemplo, la clase media urbana tuitera acepta como válido y repite que nuestra democracia peligra porque Danilo Medina dizque tiene madera de dictador.
¡Pero nunca hemos tenido mayores libertades! Su “acusador” fue presidente tres veces y angurriosamente quiere volver pese al rechazo popular; mantiene al país en vilo desde que perdió las primarias, desacreditando la JCE, descarrilando el proceso democrático.
Apenas con palos y piedras, hombres y mujeres descalzos expulsaron en 1844 a los invasores, pero en pleno 2020 el liderazgo político, social, empresarial y gremial, se deja narigonear e intimidar por un león desdentado que gruñe feo, cuyo reinado ya pasó.
Danilo tiene de dictador lo que Leonel de monja. Otros defectos podrá tener, pero hablar de dictadura donde mandaron Santana, Lilís y Trujillo es llevar la libertad al libertinaje. ¡Cuánto gadejo!