No creas que solo te pasa a ti, a todos nos ha pasado y nos sigue pasando que empezamos un proyecto con muchos bríos y luego nos quedamos en el camino.
La vida nos tiende trampas que unas veces nos fortalecen y otras nos tambalean. Cada uno es dueño de elegir el modo de ver lo sucedido.
Hoy puedes decidir si te quedas llorando ante la frustración de no haber completado tu meta o, por el contrario, replanteas tu objetivo y el camino a seguir para levantarte y ponerte en marcha nueva vez.
Sin importar cuál es tu propósito, debes dar el primer paso. Hay quienes aseguran que ese primer paso es el más difícil. Una vez empiezas, la motivación puede ir creciendo como resultado de los pequeños logros.
Mira tu meta en conjunto, quizás no haz podido completarla porque es muy grande para este momento, pero si la divides en partes más pequeñas será más fácil y satisfactorio ir logrando cada una de esas piezas.
Por cada una de esas piezas puedes regalarte una celebración una vez que estén conquistadas. Por ejemplo, si tu objetivo es perder el 7 % de tu peso corporal; podrías idear un plan de acción que te ayude a perder dos libras por semana mediante la reducción de las porciones de alimentos y el incremento de la actividad física.
Una vez que tu balanza te marque la meta conquistada puedes hacer una celebración que (no incluya comida) pero que tu cerebro reconozca e integre que estás haciendo el mejor esfuerzo. De ese modo también estarás ayudando a controlar la ansiedad, estrés y manejando porciones. Como mismo ocurre con este ejemplo puedes aplicarlo a cualquier otro ambiente en el que estés batallando.