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Disparates

En su Elogio de la locura, obra publicada en 1511 por Erasmo de Rotterdam, su autor sugería que disparatar o tontear ayuda a que muchas personas se sientan felices en su ignorancia, mientras que la sabiduría o mucho estudiar pueden deprimir el ánimo, crear dudas y provocar más estupefacción que alegrías.

Sin embargo, uno de los peores lisios del debate de asuntos públicos, no sólo en nuestro diminuto solar patrio, es la socialmente impune costumbre de decir disparates tan solemnemente que cualquiera que escuche podría confundirse.

Desde ambos jefes opositores jurando que poseen encuestas según las cuales lideran las preferencias electorales hasta todas las excusas increíbles por el fracaso y quiebra de las EDE, la prensa está llena de afirmaciones contundentes dichas con más seriedad que un empleado de funeraria dando un presupuesto.

Pero el premio al disparatazo de septiembre se lo llevará sin duda alguna Manuel María Mercedes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, quien dijo que "hoy más que nunca sufren un retroceso las libertades públicas” y que en las últimas cuatro décadas nunca ha habido tantas violaciones a los derechos humanos como actualmente.

Puede que sea cierto que recientemente han aumentado las muertes de presuntos y reales delincuentes por tiroteos de la Policía, quizás comparando con los años de pandemia con el pueblo encuevado, pero Mercedes no sustenta sus tremebundos juicios con ninguna estadística de fuentes serias.

Puede que Erasmo acertara al elogiar la locura, pero dudo que esta tontería o disparate traiga felicidad a nadie ni contribuya en nada a mejorar el estado de derecho ni el imperio de la ley. Seamos menos idiotas al plantear temas tan relevantes que merecen discutirse sobriamente.

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José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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