La discriminación en general y la discriminación racial en particular son un instrumento de dominación social. Se domina más fácilmente al que se le hace creer que es inferior.
La discriminación racial en nuestro país ha sido negada.
Para ello se ha aludido a “nuestra democracia racial”. Pienso y sostengo, sin embargo, que la discriminación contra el negro, contra el haitiano y contra las personas de piel obscura es una realidad histórica y actual.
La misma tiene grados distintos dependiendo de los grupos sociales de donde proviene, pero es mayor si la persona discriminada por su piel posee también la condición de subalterna dentro de la estructura social.
En un país en que investigaciones académicas han establecido que el mapa genético dominicano incluye un 49 % de ADN de origen africano, constituye una manifestación de discriminación (y de querer ser lo que no somos), que en los comerciales de TV, de las revistas y en los suplementos publicitarios de los diarios predominen de manera abrumadora los modelos femeninos y masculinos de piel clara.
Franklyn Franco, ilustre sociólogo e historiador extinto, ha señalado que desde los albores de nuestra independencia sectores de la cima intelectual, política y administrativa dominicana impulsaron e impusieron “su visión deforme y extranjerizante”(“Santo Domingo, cultura, política e ideología”. 1997).
La deformación discriminadora ha calado hondo, al punto que sectores de los más variados estratos socio-económicos se han hecho eco de expresiones racistas que denotan un lamentable atraso social y educativo: “El negro se cree que es gente”, “El negro lo hace a la entrada o lo hace a la salida”, “El negro es comía de puerco”.
El racismo en República Dominicana ha tenido una vertiente de gran significació: el antihaitianismo.
A él han contribuido factores de tipos históricos y geopolíticos, así como importantes tendencias actuales.
Ese antihaitianismo ha sido disimulado mediante innobles posturas pretendidamente nacionalistas.
Posturas que han alcanzado el punto más alto de la cima mediante la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, que despoja de la nacionalidad dominicana a personas de origen haitiano cuyos ancestros no canalizaron su propia legalización o se les hizo inviable documentarse al confrontar dificultades de la más variada especie.
Como en la discriminación del pobre, en el caso de la discriminación del negro tenemos que decir que es una expresión de degradación humana y social. En la próxima entrega hablaremos de la discriminación contra la mujer.