Diplomacia

Uno de los mitos más comunes entre muchos dominicanos es que el Ministerio de Asuntos Exteriores haitiano posee un personal más capaz y educado que el de nuestra Cancillería.
Es mentira. Esa impresión data del siglo XIX cuando Haití poseía aún el esplendor de recién liberada colonia francesa, con ínfulas de imperio negro o reinado penosamente ridiculizado por la prensa europea. Lo que sí es innegable es que el norte de la diplomacia haitiana ha sido y es buscar culpables externos para sus propias insuficiencias y desgracias, siempre asumiendo el rol de víctima pese a que en el caso dominicano la historia demuestra lo contrario.
Esta semana la Academia Diplomática Price-Mars de Puerto Príncipe, ente formativo de su Cancillería, graduó a 29 jóvenes con el grado de magíster en diplomacia y cooperación internacional.
Es admirable que en sus condiciones actuales de precariedad, con casi todo su territorio dominado por bandas criminales, el tenue Gobierno haitiano haya podido concluir dos años de enseñanza para estos profesionales.
Su canciller Hervel Jean-Baptiste anunció la integración inmediata al servicio diplomático del grupo, incluidas doce mujeres.
Los exhortó a “demostrar rigor, compromiso y perseverancia”. Ojalá les hayan inculcado que sus vecinos dominicanos no somos sus enemigos, que deseamos la pacificación, progreso e imperio de la ley en Haití; y que de este lado de la isla abundan buenos ejemplos de cómo crear una nación distinto a como ellos mismos han llevado a Haití al fondo del foso de la desesperanza e ingobernabilidad. Sin buena voluntad recíproca la obligada convivencia es un tortol.