¡Dios, manda la lluvia!

¡Dios, manda la lluvia!

¡Dios, manda la lluvia!

Mayra de Peña

En estos meses mi muy querida República Dominicana padece una gran sequía y clamamos a gran voz que caiga la lluvia! La lluvia es bendición y es que en adición a lo indispensable que se hace el preciado líquido para la subsistencia de toda la creación, siento dentro de mí un regocijo espiritual cuando veo llover, pues percibo el poderío y la perfección de Dios quien la envía y en nosotros vulnerabilidad frente a la magnitud de nuestra dependencia ante la misma, que definitivamente nos hace bien.

Hemos estado clamando por agua y sé que vendrá, pues Dios es bueno y misericordioso y la enviará, aún sabiendo que los efectos de sequía que estamos sintiendo son los resultados de un comportamiento inconsciente, frente a una naturaleza hermosa, fructífera y dadivosa y la que nos fue entregada para cuidarla.

Pero también nuestra sociedad necesita otro tipo de lluvia con urgencia, la que proviene de un manantial de agua de vida que no se agota, ni aun con nuestro comportamiento irresponsable. Ella está ahí dispuesta para nosotros, la única fuente que mana de ella vida eterna.

Una agua que tiene el poder de mitigar la sed que nos ciega de poder, la que puede cambiar nuestro corazón cubierto por la insensibilidad espiritual, causando en muchos que solo lata para maquinar contra el prójimo por causas banales, creando monstruos capaces de matar sin misericordia al inocente que aún confía en los demás, en todo el sentido de la palabra.

Morimos de sed por la falta de valores, la avaricia, la vanidad y el amor al dinero, estamos pereciendo por el narcotráfico y consumo de drogas, el alcoholismo, por el amor a sí mismo y los trastornos de comportamiento.

Una sed que da por resultado la delincuencia, el vacío espiritual que nos impide ver una luz natural en el horizonte y solo vemos la luz artificial e inmediatista que como una vela se apaga con cualquier viento, demostrándonos que no vale la pena, pues por más que acumulemos, nada terrenal nos llevamos y que los bienes materiales mal habidos dan una felicidad efímera y en muchos casos ni la ofrece, creando en nosotros la consecuente poca valía de la vida misma.

En tanto tengamos tiempo, pidamos a Dios que nos envíe esa lluvia, necesitamos a gritos sembrar en nuestros hijos los principios cristianos basados en el fundamento que es su Palabra, este es el agua que se hace urgente.

Sin Dios no hay esperanza de futuro, pero mostrémoslos, tal cual es, sin alteraciones… un Dios con carácter eternal, no circunstancial, un Dios justo, quien por amor envió un Plan de Salvación a través de su hijo Jesús y que también dijo que habrá juicio.

¡Mi gran y poderoso único Dios…manda la lluvia!



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.