Santo Domingo.- La Diócesis de San Juan de la Maguana dijo hoy que la explotación del proyecto minero “Romero” que planea desarrollar la compañía suizo-canadiense Gold and Quest, no aporta al desarrollo humano y económico de la provincia.
Los sacerdotes solicitan al Gobierno, a las empresas nacionales e internacionales y a la sociedad civil no dejarse cegar por los beneficios económicos que pueda aportar el proyecto y evitarlo a fin de proteger el medioambiente y la salud de los residentes en la zona.
Consideran que la minería no es la única vía para incrementar el desarrollo económico de la provincia, ya que también se pueden realizar otras actividades como la agricultura, ganadería, artesanías, turismo ecológico, entre otros.
«Paradójicamente en nuestro país no ha producido, ni producirá, riqueza para las poblaciones locales donde existen proyectos mineros, las cuales siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución, como ya ha ocurrido en las comunidades de Hondo Valle y La Higuera», explicó la diócesis en un comunicado.
Proponen que el Gobierno siga ejecutando el plan estratégico de reforestación sostenible, involucrar en el plan de reforestación a los moradores de San Juan y la conformación de tres viveros en toda la zona que son La Higuera, La Ciénega, y Hondo Valle.
Asimismo, piden la anulación de solicitud de explotación por parte del Poder Ejecutivo y que sean retirados todos los aparatos y máquinas en los campamentos montados por la empresa Minera Golquest en la zona.
Compartimos con ustedes de manera integra el comunicado de la Diócesis de San Juan de la Maguana:
GRUPO SACERDOTAL EN SOLIDARIDAD CON LA VIDA
SACERDOTES DEMANDAN QUE SE ESCUCHE EL GRITO DE SAN JUAN
DIÓCESIS DE SAN JUAN DE LA MAGUANA, R.D.- Nos llena de alegría poder expresarles nuestro más fraterno saludo, en medio del clima de incertidumbre y desesperación que viven los hombres conscientes y responsables del Valle de San Juan, lugar donde Dios nos ha hecho partícipes en el compromiso, tarea y misión de acompañar y orientar a un pueblo donde Él quiere que nos miremos y dialoguemos como hermanos de manera que podamos compartir las cosas buenas y también las difíciles. Nos pide estar atentos a las necesidades de todos los hombres para que, participando en sus penas y angustias, en sus alegrías y esperanzas, les mostremos fielmente el camino de la salvación y con ellos avancemos en el camino hacia el Reino.
La dimensión profética que acompañó al pueblo de Dios desde sus inicios, y que alcanzó su plenitud en la persona y el ministerio de Jesús (Cf. Hb 1, 1-2), pervive aún y nos sigue acompañando hoy por medio de la voz de la Iglesia y de sus pastores. En todo tiempo Dios ha llamado testigos y pastores para que conduzcan su rebaño, como ahora sentimos nos está llamando a nosotros que hablamos desde nuestro compromiso sacramental y desde la imagen del pastor que sale al frente de sus ovejas, no para manipular como para indicar el camino que han de seguir, defendiéndolas y llevándoles al lugar que les es más propicio a sus necesidades.
El motivo de la presente es para exponer nuestra posición como GRUPO SACERDOTAL EN SOLIDARIDAD CON LA VIDA, frente a la posible explotación del proyecto Minero Romero, ubicada en la parte norte de nuestra provincia de San Juan, y en el corazón mismo de la procedencia de los principales ríos y afluentes de que se alimenta la producción agrícola y ganadera de la zona.
Con el Papa Francisco recordamos que, frente a los problemas del cambio climático y el maltrato que sufre nuestra Tierra, es necesario afrontar, con un esfuerzo colectivo, la responsabilidad de dejar a las generaciones siguientes una tierra más bella y habitable. Es decir, no podemos olvidar que hay también una responsabilidad primaria del hombre y la mujer de hoy en la interacción con la naturaleza. El cambio climático, con el aumento global de las temperaturas y los efectos devastadores que conllevan, es también una consecuencia de la acción nuestra.
Para la Iglesia hablar de derechos humanos significa, ante todo, proponer la centralidad de la dignidad de la persona, en cuanto que ha sido querida y creada por Dios a su imagen y semejanza. El mismo Señor Jesús, curando al leproso, devolviendo la vista al ciego, deteniéndose con el publicano, perdonando la vida a la adúltera e invitando a preocuparse del caminante herido, nos ha hecho comprender que todo ser humano, independientemente de su condición física, espiritual o social, merece respeto y consideración. Desde una perspectiva cristiana hay una significativa relación entre el mensaje evangélico y el reconocimiento de los derechos humanos, según el espíritu de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Una de las finalidades de este encuentro es que se escuche el grito de tantas personas, familias, comunidades y productores del Valle de San Juan que sufrirán directa o indirectamente por las consecuencias a menudo demasiado negativas que traerá consigo este proyecto minero.
El nuestro es un grito por la tierra que vemos perdida; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, en nuestro país no ha producido, ni producirá, riqueza para las poblaciones locales donde existen proyectos mineros, las cuales siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución, como ya ha ocurrido en las comunidades de Hondo Valle y La Higuera.
Un grito de tristeza e impotencia por la contaminación del agua, de los bosques, del aire y del suelo; un grito de incomprensión por la carencia de procesos inclusivos y del apoyo de las autoridades gubernamentales, locales y nacionales, que tienen el deber fundamental de promover el bien común, informar y educar a la ciudadanía sobre los procesos que conlleva un proyecto minero de esta magnitud.
Recordando la encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la creación, nos unimos al Papa para elevar un llamamiento urgente a colaborar en el cuidado de nuestra casa común, para contrastar las dramáticas consecuencias de la degradación ambiental en la vida de los pobres y excluidos, y avanzar hacia el desarrollo integral, incluyente y sostenible, como el que necesita nuestra Zona.
Animamos a considerar la manera de interactuar constructivamente con todos los demás actores involucrados en este proyecto minero, en un diálogo sincero y respetuoso.
Como Grupo Sacerdotal en Solidaridad Con la Vida somos conscientes de la gran importancia económica que tiene este yacimiento para el desarrollo del país, pero también sabemos de los grandes riesgos que representa para las comunidades y el medio ambiente, siendo los más afectados la clase agrícola y ganadera del Valle de San Juan. Pues estamos hablando ante la realidad de centenares de tareas boscosas que serán afectadas, así como de ríos y afluentes contaminados en detrimento de nuestras comunidades rurales y de los campos de producción agrícola.
En el Proyecto denominado Romero la empresa GOLDQUEST DOMINICANA SRL estima que la mina contiene 840,000 onzas de oro; 980,000 onzas de plata y 136 millones de libras de cobre; estando estos recursos ubicados a más de 150 metros de profundidad de manera que si eventualmente habría una explotación en esta parte del país, tendría que hacerse de manera soterrada, lo cual indica que el interés de una explotación tal no es porque se busque cuidar el medio ambiente, sino porque hay unas condiciones en la ubicación de los recursos que no aplica para un proceso a cielo abierto.
Ante esta realidad descubrimos también un fenómeno de desplazamiento y reubicación que tendría impactos sociales y culturales muy importantes para esta zona de la Cuenca Alta del Río San Juan
Por eso como sacerdotes comprometidos con la realidad de nuestra gente, alzamos nuestra voz y llamamos la atención contra los efectos nocivos de la explotación de los recursos naturales, y particularmente del ejercicio irresponsable de la minería. Pues en el país estas actividades han traído graves repercusiones para el medio ambiente, la dignidad humana y la convivencia social en muchas comunidades de la zona Norte del país, así como el caso de la provincia sureña de Pedernales.
Pedimos a los organismos del Estado Dominicano, tan cegados por el beneficio económico que al final se pierde en el sistema de corrupción imperante en el manejo público de los últimos años; a las empresas nacionales e internacionales y a la sociedad civil, que actúen decididamente para evitar que este proyecto de minería mecanizada, con sus dragas y retroexcavadoras, destruya el medio ambiente y la salud de las personas en nuestra zona. Se deben implementar medidas eficaces para detener el desastre ambiental y social a que estamos abocados los hijos de esta Diócesis de San Juan de la Maguana y de Barahona.
Insistimos en que se debe cambiar la mentalidad que concibe la minería como una opción privilegiada para el desarrollo económico, y por ello exhortamos a favorecer otras actividades para la subsistencia de los pobladores de esta zona, que ahora denominan minera, como la agricultura, la ganadería, las artesanías, el turismo ecológico, todo ello desde una auténtica valoración de la biodiversidad con que contamos.
Muchos de nuestros hermanos del sur y otras partes del país, con base científica o con la violencia que da el interés económico personal, defenderán la postura de que la minería es necesaria para suministrar diversos bienes del pueblo dominicano, y de este Municipio de San Juan de la Maguana a quien le corresponderá el 5% de los beneficios otorgados por la explotación de esta mina; pero lo que por cierto no se puede defender es que la minería sustentable, siendo como es una actividad basada en la extracción de recursos no renovables. Mucho más cuando el control del propio gobierno es insuficiente, teniendo en cuenta el poder económico y político que las corporaciones mineras han demostrado tener en el país. Se debe empoderar a la sociedad en su conjunto para que participe directamente en este control.
10 razones por que no se puede explotar la mina de San Juan.
1. Es la única reserva natural que tiene el Valle de San Juan en materia boscosa, donde nacen aproximadamente el 90% de las aguas de consumo de San Juan, Las Matas de Farfán, Barahona y demás pueblos de la zona baja.
2. El yacimiento está encima del Río, arroyos y afluentes que alimentan el embalse de la presa de Sabaneta. No hay manera de que se explote oro, sin importar su forma, que no se afecta la presa por estar en la zona baja.
3. De allí provine el agua que se usa en el cultivo de los diferentes productos agrícolas del Valle de San Juan, las Matas de Farfán y toda Barahona.
4. Es el agua que se usa para el alimento de los animales de producción ganadera de todo San Juan y Barahona.
5. La mina en su proceso de explotación afectará la flora y la fauna de toda la zona.
6. La explotación de la mina no supone el desarrollo humano y económico de la provincia de San Juan de la Maguana.
7. El Señor presidente Danilo Medina declaró de emergencia esa zona, para un plan estratégico de reforestación sostenible.
8. Es el lugar donde se producen los vientos frescos, que hacen que San Juan sea un valle de clima templado durante todo el año.
9. Dentro de la extensión minera se afectaría algunas zonas del Parque Nacional J. Armando Bermúdez.
10. La riqueza del Valle de San Juan es la Presa de Sabaneta, San Juan no necesita la explotación de un oro que en poco beneficiará la población, lo que necesita es agua para seguir siendo el GRANERO DEL SUR.
Propuestas a ejecutar en bien de la zona de la Cuenca Alta
1. Proponemos que se siga llevando a cabo el plan de reforestación iniciado por el gobierno.
2. Involucrar en el plan de reforestación a toda la sociedad de San Juan, que es la gran consumidora del agua.
3. Que se invierta en la reforestación parte del dinero que produce en energía la Presa de Sabaneta.
4. Que se mantenga la conformación de tres viveros en toda la zona: La Higuera, La Ciénega, y Hondo Valle.
5. Que se anule la solicitud de explotación por parte del Poder Ejecutivo, por ser lugar de peligro para todos los habitantes de la zona donde nace el agua del Valle de Sam Juan y los pueblos de la Cuenca Baja.
6. Que se saquen todos los aparatos y máquinas en los campamentos montados por la empresa MINERA GOLQUEST en la zona.
7. Que se haga un estudio de impacto ambiental, por la Academia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
8. Que se le informe al pueblo de San Juan todo el proceso en el que se le quiere involucrar.
9. Que se forme un Comité Regional Permanente, el cual unifique los diferentes grupos que luchan a favor de la conservación del medio ambiente y los recursos naturales, a la vez que se encargará de educar e informar a la ciudanía sobre los diferentes proyectos y procesos que se lleven a cabo en la zona del Valle referente a esta parte de medio ambiente, minería y agroforestería.
10. Que se declaré la Región del Valle de San Juan como Zona Ecoturística.
Hemos querido compartir nuestra posición, con toda sencillez y franqueza, en el marco del respeto humano; tratando de mirar la realidad “con nuevos ojos, con ánimo firme y llenos de esperanza”5. Por lo que no nos anima ningún otro interés que no sea el de servir a Dios en la Iglesia, y estar siempre del lado de la verdad y en opción preferencial por los más pobres y necesitados de la sociedad. Pedimos reciban con alma de hermanos estas palabras y, en ellas, a cada uno de nosotros, los firmantes:
Pbro. Santo Cabral Luciano
Vicario de Pastoral Diócesis de San Juan de la Maguana
Pbro. Manuel Segura, MSC
Párroco Parroquia Santísimo Redentor, San Juan
Pbro. Reyes Suárez, MSC
Vicario Parroquia Santísimo Redentor, San Juan
5 CONFERENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO, Mensaje Adolescentes y jóvenes en la realidad dominicana (27 febrero 2017), 1.
Pbro. Rodolfo del Jesús De león del Carmen
Párroco Parroquia Catedral, San Juan
Pbro. Bernaldo Peralta Florián
Vicario Parroquia Catedral, San Juan
Pbro. Francisco Javier de la Rosa
Párroco Parroquia Santa Lucía, Las Matas de Farfán
Pbro. Carlos Antonio Peralta Florián
Vicario Parroquia Santa Lucía, Las Matas de Farfán
Pbro. Juan Manuel Camacho
Párroco Parroquia Sagrada Familia, Azua
Pbro. Melanio Colás González
Párroco Parroquia Divina Misericordia, San Juan
Pbro. José de los Santos Castillo
Párroco Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, Peralta
Pbro. Ramón Emilio del Rosario
Párroco Parroquia Cristo Rey, San Juan
Pbro. Feliciano Méndez Jerónimo
Vicario Parroquia Cristo Rey, San Juan
Pbro. Moisés Corcino Valenzuela
Párroco Parroquia San Andrés, Vallejuelo
Pbro. Gabriel Delgado Victoriano
Párroco Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Azua
Pbro. Rafael Colón
Párroco Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, Las Yayas
Pbro. Pedro Rodón Mayi
Vicario Parroquia San Antonio de Padua, Bohechío
Pbro. José Antonio Álamo
Párroco Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, Juan de Herrera