Escucho hablar de “los cuartos que se invierten en política”, como si el gasto de campaña fuese una inversión para recuperar con creces. Les confieso que me da asco oír eso.
La política es para servicio público, no para intereses particulares. Duarte decía que es la ciencia más noble y pura después de la filosofía. Prefiero ser un soñador y no otra cosa.
Muchos congresistas usan ese argumento para justificar sus privilegios: exoneraciones, gastos de representación, bonos, viáticos, barrilitos, cofrecitos, etc. Así ocurre con otros funcionarios.
En mi campaña, entre efectivo y naturaleza, manejamos cerca de seis millones de pesos. Una red de colaboradores de cientos de personas, que aportaron sin esperar una tasa de retorno. Me apoyaron para que haga las cosas bien.
No quiero “recuperar” ese gasto. Mi único interés en la política es servir a mi país.
Ya basta de ver a la política como un asunto de dinero. Es hora de fortalecer una política de valores y principios éticos. Solo así resolveremos los problemas sociales.
Danilo reconoció que la pasada campaña fue la más cara de la historia, y sin embargo perdieron aplastantemente. Este pueblo no votó por dinero, sino por la promesa de un cambio. Un cambio que el presidente Abinader se esfuerza en hacer, pero que no podrá solo.
Si algo me entusiasma de la posibilidad de ir al Congreso, no es el salario, ni los privilegios, a los cuales he renunciado. Sino la posibilidad de contribuir con ese cambio.
Sé que estoy nadando contra la corriente, pero no estoy nadando solo. Muchas personas ya han dado el paso hacia la política decente. ¡Claro que se puede!