Presionados por los nacionalistas, los sucesivos gobiernos daneses han mantenido un control estricto sobre la inmigración.
Pero ahora, ante la posible escasez de mano de obra, el Ministerio de Hacienda del país, que apareció en los titulares de todo el mundo al confiscar objetos de valor de los refugiados, está tratando de hacer valer sus argumentos de que se necesitan más trabajadores extranjeros.
La conclusión de Dinamarca es bastante simple: incluso el puesto de trabajo de tiempo completo que recibe el salario más bajo es suficiente para convertir a un refugiado no calificado en un amigo de la oficina de impuestos.
El punto de equilibrio en Dinamarca se alcanza cuando un inmigrante comienza a ganar un salario anual de 200,000 coronas (US$28,540), que se logra fácilmente trabajando 40 horas a la semana con el salario mínimo.
Según los cálculos del ministerio, elevar las tasas de participación laboral y los niveles de aptitud de los inmigrantes para que estén a la par de los daneses podría agregar 20,000 millones de coronas (US$3,000 millones) al año a las arcas del Estado.
Para poner eso en perspectiva, la cifra es casi igual a la necesidad de endeudamiento neto de Dinamarca de este año.