En el mundo de hoy, gobernar resulta una tarea cada vez más difícil, debido a la complejización de la política y de las luchas desmedidas por el poder, así como la irrupción de la antipolítica, los golpes suaves y el surgimiento de nuevos actores de incidencia global.
Prueba de ello ha podido observarse en las últimas décadas en que hasta gobernantes elegidos por la vía democrática han sido desalojados del poder, sin razones aparentes, significando retrocesos en el orden de la institucionalidad democrática.
Uno de esos casos fue la destitución, mediante juicio político, de la presidenta de Brasil, DilmaRousseff, hace casi un cuatrienio.
Otro, más reciente, corresponde al expresidente boliviano Evo Morales, quien fue obligado a abandonar el solio presidencial por los militares, a pesar de que, según un estudio estadístico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ganó con “alta probabilidad” sin cometer fraude los comicios de octubre pasado.
El economista y politólogo venezolano Moisés Naím, ya lo había dicho:“En el siglo XXI, el poder es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”.
El llamado “golpe blando” o “suave” es una estrategia de acción no violenta ideada por el politólogo y escritor estadounidense Gene Sharp, a finales del siglo pasado, y ampliamente utiliza en el mundo durante la última década.
Consiste en acciones desestabilizadoras enfocadas en aspectos como el boicot económico, la manipulación informativa, la movilización y la infiltración de gente violenta en manifestaciones, entre otras.
Otro fenómeno que se ha convertido en un reto para gobiernos y gobernantes es la antipolítica ,que aparece en un mundo que transita un nuevo paradigma de la política y que empuja hacia mayores controles de transparencia y de compromiso con la gente.
La antipolíticano solamente comporta determinadas actitudes frente a la política, sino que es también, y sobre todo, una forma de hacer política.
La mayoría de políticos y partidos está alejada de los cambios vertiginosos que cambian el mundo. Internet y las redes sociales han modificado el escenario comunicacional imperante. Los ciudadanos, quienes eran ostentadores de un papel pasivo de simples receptores, han visto con esas plataformas una oportunidad de convertirse en emisores de mensajes y en creadores de matices.
Los ciudadanos y ciudadanas de las últimas décadas han demostrado que el mundo ha cambiado mucho, poniendo de manifiesto una nueva forma de mostrar poder en diferentes ámbitos.
La realidad evidencia que cuando aparece la antipolítica, llama especialmente a los jóvenes a empoderarse y salir a las calles como si estuviesen en un callejón sin salida.
Vivimos el advenimiento de sociedades con más carencias ideológicas, en las que el placer inmediato y la satisfacción personal sustituyen a los valores del bien común o el bienestar social.
La conciencia colectiva, los valores éticos universales y las luchas internacionales que se protagonizaron el siglo pasado, se diluyen cada vez másen un mundo frenético y consumista que desconfía de las instituciones políticas y habita en el cortoplacismo.
La situación obliga a que la política y los políticos tengan la necesidad de transformarse y adaptarse a las realidades propias del cambio de paradigma.
Los tiempos en que ganar una elección podía ser considerado como un pasaporte para hacer y deshacer las cosas de manera antojadiza hasta la siguiente votación, ya pasaron a la historia.
Desde el ámbitos de los partidos y de los políticos se debe entender la nueva política, a fin de afrontar exitosamente la dificultad de gobernar en el mundo de hoy.