En los sistemas electorales existe el voto voluntario, el voto obligatorio y los regímenes mixtos.
Es voluntario el sufragio que se ejerce sólo como un derecho, y no acarrea ninguna consecuencia en contra de la persona si no hace uso de su prerrogativa; siendo el voto obligatorio aquel que es al mismo tiempo un derecho y una obligación del ciudadano e implica multas y otros tipos de sanciones para aquellos individuos que no concurran a votar sin ninguna justificación.
En cambio, el sufragio mixto es obligatorio para la mayoría de los ciudadanos y voluntario para un determinado y reducido segmento como son los ancianos, por ejemplo.
En nuestro país el voto es voluntario y nadie, bajo ninguna circunstancia, “puede ser obligado o coaccionado” a votar, conforme lo dispone el artículo 208 de la Constitución de la República.
Sin embargo, vemos con simpatía que se establezca el voto obligatorio en el sistema electoral que nos rige, debido a que con este tipo de sufragio se contribuye a bajar el costo de la política y el clientelismo, coadyuvando con la calidad de la democracia y con la disminución de la abstención electoral.
Mueve a preocupación el alto costo de la actividad política, un aspecto que debemos reflexionar muy seriamente, pues, esto impide que muchos dirigentes con discurso, con propuestas, con formación política y académica, puedan ocupar posiciones electivas en la dirección del Estado, siendo desplazados por aquéllos que solo pueden exhibir la cantidad de recursos económicos de los cuales disponen.
Por esta razón, penosamente vemos que algunos alcaldes, legisladores y hasta funcionarios designados, están ligados al narcotráfico, al lavado de activos y han sido objeto de extradición o procesados en los Estados Unidos, siendo muchos de ellos los más votados en sus respectivas comunidades.
Ya Moisés Naím, reputado, conocido y laureado escritor venezolano, designado como uno de los cien líderes del pensamiento global, afirmó recientemente en una conceptuosa disertación que pronunció en el país, que “la democracia está en peligro de extinción, por el populismo, la polarización y la postverdad”, que han posibilitado el ascenso al poder de figuras cuestionables, haciendo más costoso el sistema democrático.
De continuarse en este derrotero, ciertamente “la democracia está en peligro de extinción”, ya que por su alto costo, se hará cada vez más difícil que dirigentes políticos comprometidos con los mejores intereses del país, ocupen alguna función por la vía electoral.
Siendo todo esto así, entendemos y apoyamos que en una futura reforma constitucional, se estatuya el voto obligatorio de una manera formal y expresa.