Eterno es el agradecimiento a Vaslav Nijinsky, uno de los mejores bailarines rusos del siglo XX. Era de origen polaco, y vivió la mayor parte de su vida en París; interpretó Sherezade, Las sílfides, El pájaro de fuego, Petruchka y El espectro de la rosa.
En 1898 fue admitido como alumno en la prestigiosa Escuela Imperial de Ballet, luego se preparó para hacer carrera en el teatro Maryinsky, en San Petersburgo.
Allí Sergei Pavlovitch Diaghilev fue su catalizador, organizador y patrono artístico. Diaghilev fundó la compañía privada de ballet en la que Vaslav Nijinsky hizo su debut en Montecarlo, interpretando ‘El espectro de la rosa’, que trata la efímera encarnación de los sueños de una joven.
El gran compositor Igor Stravinsky –uno de mis favoritos–, perteneció a esa primera temporada de los ballets rusos en Europa.
Pero este artículo no es por Nijinsky, quizás el primer bailarín que se había atrevido a interpretar el papel de un antihéroe. Es por Rusia, que está dando las mismas señales de inestabilidad mental que el gran bailarín. Se está corriendo el riesgo de que esa increíble nación se vuelva loca.
Nijinsky empezó su Diario íntimo entre 1918-1919, en Saint-Moritz. Tenía 30 años y había llegado al final de su carrera, completamente aislado del ballet, hundido en un estado de profunda depresión.
Los célebres psiquiatras Eugen Bleuler, Sigmund Freud y Carl Gustav Jung les diagnosticaron una esquizofrenia incurable.
Nijinsky pasaría los siguientes años entrando y saliendo de psiquiátricos, unas veces mejor y otras peor, pero al final pudo curar, pero no recuperó su vigor de artista ni de bailarín.
Nijinsky murió en Inglaterra durante la primavera de 1950, como consecuencia de una insuficiencia renal. Sus diarios encontrados de forma casual y publicados en vida, son el testimonio de su tragedia personal; espejo de sus pasiones, sus obsesiones y sus miedos.
Y hoy, Rusia, mientras hace la guerra en Ucrania, está editando la vida del bailarín del teatro Maryinsky; se olvida de su grandeza.
El Diario fue incidentalmente redescubierto en junio de 1934, se encontraba almacenado en algunos baúles. Nijinsky no fue un desertor, como otros muchos que denunciaron y abandonaron Rusia, llevados por sus intereses personales; todo lo contrario, alguna vez escribió que los deseos que expresó en su Diario, se llevaran a cabo en Rusia.
El gran Nijinsky murió loco, sufrió una extrema agonía mental que lo empujó a alejarse cada vez más de la realidad. Eso es lo que está sucediendo en Rusia.
He aquí un fragmento de su Diario: “Yo no quiero la guerra ni las fronteras. El mundo existe. Mi casa está en todas partes. Vivo en todas partes. No quiero tener ninguna propiedad.
No quiero ser rico. Quiero amar. Soy amor, no crueldad. No soy un animal sanguinario. Soy un hombre. Dios está en mí.
Yo soy en Dios. Le amo, le busco. Espero corregirme. No sé cómo, pero siento que Dios ayudará a todos aquellos que le busquen. Yo le busco, pues puedo sentir a Dios. Dios me busca y por eso nos encontraremos el uno al otro”.
Vaslav Nijinsky nació en Kiev, Ucrania, en 1890 y murió en Londres, en 1950.
Sus restos están depositados en el cementerio de Montmartre, de París. Nijinsky fue más que un renovador del arte de la danza, así fue demostrado en la biografía de Nijinsky, realizada por su esposa, Romola Nijinsky, que lo cuidó y lo protegió del mundo.