Un tuitero sugirió que los hombres no deberíamos opinar del aborto, debate cuyo eufemístico título de “tres causales” recuerda cómo Borges trató al falso dilema de Ugolino en sus ensayos dantescos.
Nunca sabremos si Ugolino devoró a sus hijos. Igualmente, en cada deshonesto aborto injustificado, habrá siempre duda, complicidad y un feto matado horrorosamente.
Uno de los peores argumentos de algunas feministas para descalificar al que opine discrepando del coro “progre” a favor del aborto, es que dizque el tema pertenece sólo a las mujeres.
Pues no… Como si de deportes sólo hablaran deportistas, del cielo los astronautas o del asesinato homicidas y criminales. No es banal defender el derecho de todos a expresarse sobre cómo ponerle fin a la absurda ilegalidad absoluta del aborto. No sólo mujeres, dueñas del útero, deben decidir solas si abortan o no, pues el bebé por nacer tiene derechos.
El diálogo debe ser jurídico, científico, ético y moral, no emotivo, político, ligero ni banal. Dicho esto, apoyo despenalizar los abortos según criterios científicos y éticos.