Diálogo de mudos

Diálogo de mudos

Diálogo de mudos

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Que la vida en sociedad requiere de capacidad de diálogo es una verdad de Perogrullo. Es lo que nos permite coordinar nuestra vida común.

De ahí que no hay que abundar mucho respecto de la importancia que tiene escucharnos para poder vivir y convivir en forma civilizada.

El más obvio de los obstáculos al diálogo es cuando nos rehusamos a escucharnos mutuamente. Si nadie presta atención a lo que el otro quiere decirle entonces no podemos enterarnos de las necesidades ajenas, ni de los deseos o intereses de los demás. Tampoco podemos transmitir los nuestros.

Así las cosas, la ausencia de comunicación deteriora el tejido social, a veces hasta destruirlo. No es posible fundamentar una sociedad en un diálogo de sordos.

Pero hay algo que puede ser tan malo o peor que lo anterior, pero que es más difícil de diagnosticar. Se trata de cuando el problema no es que los ciudadanos se hagan los sordos, sino que, con intención o sin ella, no dicen nada que pueda ser útil para la convivencia.

Quizás se habla, pero se hace mutis sobre los temas importantes.
El daño que esto produce es muy particular.

Por su naturaleza disimulada, esta actitud no sólo impide el diálogo fructífero, también arrastra al esfuerzo inútil a aquel que sí intenta comunicarse.

Y sus efectos son más duraderos porque mientras que el fin del silencio se identifica fácilmente, el fin de la simulación no es tan claro. La posterior reconstrucción de la confianza necesaria para la comunicación real es un proceso lento.

Lamentablemente, en nuestro país se ha implantado algo parecido a este diálogo de mudos. El debate público se lleva y determina por las redes sociales y éstas por tendencias fabricadas.

No es mejor el debate que se lleva fuera de las redes puesto que muchas veces nos preocupamos más por usar el debate para evitar la autocrítica que por comunicarnos.

Esta forma de actuar es una decisión que no es culpa de las redes. Depende de nuestra voluntad. Para retomar la senda de la construcción democrática es necesario que recapacitemos.



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