¿Dialogar con Haití?

¿Dialogar con Haití?

¿Dialogar con Haití?

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

El conflicto por el canal que construyen empresarios haitianos en el río Masacre pronto entrará en su segundo mes. Estas semanas han servido para que se consoliden las posiciones y medidas de ambas partes, dando paso a otra etapa del desencuentro.

Efectivamente, el Gobierno dominicano reaccionó con mucha premura tanto en el ámbito interno como en el internacional. Cerró la frontera a cal y canto, envió tropas a la región y ha denunciado lo que ocurre en todos los foros internacionales que han estado a su alcance, incluyendo la Asamblea General de las Naciones Unidas. Por su lado, luego de cierta vacilación, el primer ministro en funciones de Haití ha asumido como propio el proyecto, probablemente impulsado por la movilización (no siempre de parte de actores legítimos) en favor de éste.

¿Qué hacer entonces? La vía del diálogo asoma como la única posible, pese a la dificultad en identificar una contraparte en Haití, dada la debilidad política de su primer ministro. Los dos países han puesto sus barajas sobre la mesa, de tal forma que ya no queda otro camino a ambas partes que el de la negociación. La alternativa es impensable para todos los involucrados.

De ahí que, independientemente de la posición que se tenga sobre las decisiones tomadas por el gobierno del presidente Luis Abinader hasta ahora, es prudente que apoyemos el inevitable proceso de negociación que viene, más allá de que esté motivada por la convicción de que es la única salida, por el deseo de evitar mayores conflictos en época electoral o por el convencimiento de que medidas como el cierre de la frontera son insostenibles. Todas son válidas y compatibles.

Creo que, como señalaron esta semana y la pasada Flavio Darío Espinal y Nelson Espinal Báez en artículos cuya lectura recomiendo, si queremos salir airosos de este trance los dominicanos debemos ser realistas y asumir que la labor verdaderamente difícil para el Gobierno empieza ahora y que a todos nos conviene que se llegue a acuerdos razonables con el país vecino. Luego tendremos oportunidad de evaluar si el manejo de la crisis fue adecuado, pero primero salgamos a camino.



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