Cuando leí el titular “Directores prometen parar vulgaridad en las emisoras” pensé “pobres colegas, que se preparen para la pela de lengua”, pues creí se refería al abuso cometido diariamente en unas pocas emisoras donde vedettes mediáticas llevan años insultando, profiriendo dicterios y palabras impublicables y corrompiendo la radio.
Pero no. Demasiada belleza para ser verdad. La cuestión se refería a las letras o “lírica” de cierta clase de música. Ese diario llegaba al clímax de una campaña “para promover la calidad en las letras del género urbano”.
Y, para tranquilidad de los ciudadanos, anunciaba el gran logro de la “suscripción de un pacto” para “mejorar las letras” de ese arte popular. Sonreí. Recordé cómo Herrera y Ornes pocas veces empleaban la sorna o la ironía para ridiculizar sublimes ramplonerías. ¡O tempora, o mores! Qué falta nos hacen nuestros Cicerones…
Ya vendrá el “reguetón” de Marco Tulio.