Los líderes o cerebros o financistas de los verdes están en una terrible encrucijada: ¿desean realmente combatir la corrupción e impunidad procurando justicia? O, ¿lo que procuran es socavar al Gobierno del presidente Medina, o al sistema de partidos, para que ineficaces políticos incapaces de acercarse al poder por vías legítimas aprovechen ese desmadre?
El Gobierno optó desde el principio por atribuirle a los verdes una intención sediciosa, una equivocación terrible, pues todavía podría asumir como propias las esperanzas verdes.
En su cuarta marcha, ayer en Azua, los verdes acusaron al presidente Medina de obstruir la Justicia en el caso Odebrecht. Sin embargo pese a su lentitud, parece inevitable que el procurador continúe el proceso que ha de culminar en un tribunal, con acusados, imputados por pruebas y confesiones, por incómodo o difícil que parezca.
He apoyado las exigencias verdes de combatir corrupción e impunidad y estimo imprescindible para la salud democrática que sobornados, ladrones y prevaricadores sean juzgados. Quizás la fiesta salga mejor acordando el ritmo musical: ¿zumba o bolero?