Aunque carece de líderes apreciables o potenciales presidenciables, en los pocos meses desde que Odebrecht se hizo sinónimo de escándalo la oposición ha logrado aprovechar los datos foráneos para mellar la hegemonía política del PLD. Han teñido de desconfianza y descrédito ese partido.
Ello marca un hiato o inflexión generacional, pues junto con el fenómeno de los verdes tenemos que en las próximas elecciones un número apreciable de votantes está formado por jóvenes nacidos tras 1996, punto de arranque del poder peledeísta.
Combatir la corrupción e impunidad es un reclamo poderoso, que ante las aristas de Odebrecht podría sacudir los cimientos del PLD y hasta sacarlo del poder.
A menos, me parece, que el gobierno decida tomar partido con los verdes y liderar las exigencias de cambio, por doloroso que resulte extirparse sin anestesia el tumor Odebrecht.
Mañana dizque sabremos nombres y señas de los sobornados. Ojalá en vez de reiterar el cuestionable estilo peledeísta de taparse sus pecados unos a otros, tiren otros Diandinos al agua. Si no, ¡guay papá!