La acertada destitución de Diandino Peña como jefe del Metro de Santo Domingo, tras las escandalosas revelaciones de Alicia Ortega por televisión, me provocó más preguntas tontas.
¿Por qué en vez de celebrar que el gobierno combata la corrupción y la impunidad, ante graves denuncias cónsonas con viejísimos rumores, muchos opositores o contumaces críticos ahora se lamentan?
¿Cómo caray demerita su destitución que Diandino sea leonelista? ¿Aún si aparte de buscar la noticia hubiera otra motivación -que lo dudo- cómo pueden colegas dedicarse a atacar o denostar a Alicia en vez de aplaudirla?
¿Qué curso seguirán los sometimientos judiciales inevitables ante el alud de indicios provistos por el reportaje sobre la fortuna no declarada de Diandino? ¿Por qué hay tanta constipación política dentro del PLD, que debería estar aplaudiendo y celebrando la destitución? ¿Cuántos otros habrán puesto sus barbas en remojo?
¿Tirará al agua el Gobierno a alguno de sus propios sospechosos o quedará todo como vendetta intra-partidista? ¿Qué esperan los verdes para aplaudir algo nunca hecho antes? ¡Qué doloroso parto!