Es oprobiosa la reiterada noticia de que la Policía desmanteló una fábrica de adulteración de medicinas y falsificación de productos con marcas registradas.
En el local donde apresaron al responsable se decomisaron medicinas falsificadas y documentos que al parecer demuestran que farmacias u otros comercios compraban y revendían esos productos falsos.
Aparte del daño a la salud de incautos, al derecho de los dueños de patentes de productos medicinales y muchísimos otros ilícitos que seguramente serán puestos a cargo de los imputados, hay que ver qué harán la Policía y la Justicia con los bandidos que ponían en manos del público esas sustancias adulteradas o falsificadas.
¿Y los muertos o enfermos sin sanar fruto de ese engaño? El asunto de la falsificación de medicinas es una vergüenza nacional pues luce que sus protagonistas son intocables o insistentes, ambas características de delincuentes impunes apoyados por poderosos.
¿No es hora ya de que las autoridades den un corte radical a esta barbaridad? ¿No es esta corrupción e impunidad también indignante? ¡Candela con ellos!