La marcha verde del domingo en Santiago obliga a reflexionar. Al ver notorios corruptos desfilando, un amigo me dijo: “Mira que grande y bello jardín, ¡no te fijes en la caca de perro!”.
Interpreto que los políticos que asistieron fueron en apoyo a la marcha y el reclamo popular contra la corrupción y la impunidad; no que esos miles de personas fueron a apoyar a esos fracasados políticos. Pero aún si el movimiento todavía aparenta ser acéfalo, es innegable la fuerza y justeza de su aspiración básica.
Extremismos aparte, como ridículas esperanzas de tumbar al gobierno o que Danilo Medina renuncie, las autoridades pueden ver esta manifestación como una oportunidad para quitarse de encima cadillos y garrapatas.
La voluntad estatal puede dirigirse hacia incordiar a los verdes, a riesgo de alentarlos aún más, o aprovechar la presión social y política y torcerle el brazo a poderosos corruptos impunes.
Negar lo innegable no resultará. Gústeles o no, este escándalo obliga al gobierno a deslindar un antes y un después: ¡ya es suficiente!