Se sumaron al coro de áulicos algunos comentaristas que dan pábulo a la absurda idea de que empresarios de la generación eléctrica, disgustados porque Punta Catalina dizque les dañaría su negocio, financian a los “verdes” que exigen fin a la corrupción e impunidad en el contexto del escándalo de Odebrecht.
Esa noción es triplemente estúpida. Primero, esos inversionistas sufrirían más –en sus bolsillos— cualquier desestabilización económica o política, que sus despistados detractores.
Segundo, algunos de esos generadores ni siquiera están interconectados al sistema eléctrico nacional.
Tercero, ¿no es a esa misma gente a quien el Gobierno quisiera vender activos para levantar los fondos para terminar Catalina? Para cualquier doliente, léase inversionista con cientos de millones metidos aquí, la idea de una “sedición” les sabe a purgante o excremento.
Ahora, ¿en alguna cabeza humana cabe que la población iba a quedarse tranquilita ante lo de Odebrecht? ¿No contribuiría más a fortalecer al Gobierno combatir la corrupción y atender los reclamos populares, en tanto sean sensatos, que mandar a difamar a sus socios?