Lo que quizás llegue a llamarse la Doctrina Trump va tomando cuerpo ante nuestros ojos con postulados simples que trascienden su esencia populista. Desde la perspectiva gringa puede que tenga muchísimo sentido.
Bajo Trump, los Estados Unidos revaluarán todas sus alianzas políticas y económicas a la luz de un principio fundamental: cómo afecte de forma inmediata el bolsillo de los votantes.
Consideraciones estratégicas de alta geopolítica irán al zafacón. Si China presenta la mayor amenaza a su economía, forjará una nueva alianza con los rusos para frenarlos.
Si Europa y la OTAN no están dispuestos a que su alianza signifique compartir equitativamente sus costos, ¡que se frieguen! Si los terroristas musulmanes se benefician de complejas inter-dependencias políticas árabes, ¡al Diablo con antiguos paradigmas y a destruirlos!
Si México ofrece incentivos para atraer industrias gringas, ¡a chingar los mexicanos y rescatar esos empleos! Pensarlo, decirlo y hacerlo son cosas distintas. Me recuerda cómo Golda Meir decía:
“Entiendo que muchos árabes quieran destruir a Israel, ¿pero esperan que colaboremos?”. ¿Sobreviviremos la Doctrina Trump?