Los dominicanos hemos sido muy negligentes con el ascenso de Trump. A este atípico político sin experiencia de Estado, cuyo mantra es el aislacionismo y el proteccionismo comercial, los dominicanos debemos verlo con extremo cuidado pues las políticas que ha prometido y propuesto podrían desmadrar nuestra economía.
Aunque lo parezca, Trump no es un loco. Pero ha anunciado una nueva revolución industrial cuando la economía de su país hace décadas se fundamenta en los servicios.
Con incentivos fiscales y otras medidas, se propone rescatar fábricas mudadas a China, México o nuestras zonas francas, cuyo resultado podría agravar dramáticamente el desempleo local.
El liderazgo económico gringo depende de la innovación, la tecnología y la eficiencia: pese a emplear mucho menos gente que dos décadas atrás sus industrias producen muchísimo más actualmente.
Trump no ignora las realidades de las ventajas comparativas ni los principios económicos. Pero preservar su precaria popularidad apelando al proteccionismo resultará carísimo a Estados Unidos y al mundo.
¿Qué haremos, cómo prepararnos, cómo aprovechar esta nueva realidad? ¡Debemos ponerle asunto!