La marcha contra la impunidad que ayer reunió decenas de miles de dominicanos quizás es una masa en busca de líder.
Ninguno de los políticos que pretendió aprovechar la gran indignación popular que evidencia esta manifestación, posee atributos ni cualidades para reclamar como suyo el aparente éxito de la protesta.
El gobierno demostró inteligencia y destreza al lograr el día anterior que Odebrecht pague al país el duplo del monto de los sobornos hechos desde 2001 hasta 2014, o sea US$184 millones.
Al país le conviene que suficientes ciudadanos indignados exijan y expresen su inconformidad ante los asuntos públicos cuya gestión merece y necesita supervisión popular.
La degradación de la moral pública y la ola de corrupción oficial y privada se ha cimentado en décadas de tolerancia, indiferencia, complicidad e indolencia popular. Aparte de floja aplicación de la ley, hay pocas sanciones sociales para frenar la corrupción y penosamente luce a veces que los deshonestos o aspirantes a corromperse son mayoría. Ojalá esta marcha signifique el despertar de la conciencia popular.