Si los dominicanos, incluidos nuestros antepasados que hablaban español y creían en Jesús desde antes de la eclosión de Haití, quienes hemos padecido las cambiantes consecuencias de la incesante involución de ese país desde principios del siglo XIX, hemos vivido el último medio siglo casi ignorantes de su patética realidad social y política, ¿cuánto más grande no será el desconocimiento en las demás naciones latinoamericanas?
A veces algunos datos ilustran el carácter de un pueblo mejor que tomos de libros de historia.
En una lista de personalidades de Haití en un respetado sitio de Internet, figuran centenares de políticos y cantantes que desde antes de su independencia alcanzaron fama o notoriedad.
Pero apenas aparece un solitario filántropo. Y el único científico listado posee –aparte de la distinción de su señorío solitario— la insólita coincidencia de haber sido al mismo tiempo un “houngan”, o jefe del vudú…
La enfermiza envidia de muchos líderes haitianos ante Santo Domingo podría encontrar explicación en listas como esta. Ahora que estrenan gobierno ¡estudiemos mejor a Haití!
