Una columna de la periodista Diulka Pérez reproducida en redes sociales tocó una fibra que la mayoría de la prensa ha preferido ignorar o maquillar: el ladrón de bancos matado por la Policía en Bonao, mientras trataba de escapar armado hasta los dientes con un millonario botín, no fue ningún héroe o figura modélica
. Fue un antisocial peligrosísimo, involucrado en diabluras previas incluyendo el robo impune de un avión, quien optó voluntariamente por ignorar todos los llamados a entregarse para responder ante los tribunales por sus acusaciones.
Su padre y algunos despistados periodistas pretenden montar un circo, fabulando y repitiendo hueras amenazas, como si este criminal matado por la Policía fuera una víctima o un angelito. Víctimas fueron quienes mató, hirió y robó, y la sociedad amenazada por sus andanzas.
Haya “pejes gordos” detrás o no, haya morbideces inéditas o no, la Policía hizo su trabajo y merece felicitación y reconocimiento. Pena que sea tan efectiva sólo cuando lo ordena expresamente el Presidente. Pero nada puede cambiar quién fue Percival hijo.