Rudolph Giuliani, exalcalde neoyorquino asesor de Abinader, puede que sea el próximo secretario de Estado gringo.
¡Avivémonos! Recientemente Amnistía Internacional decía a los dominicanos que negar que exista apatridia no la desaparecerá. ¡Cuánta razón tiene! Nada comprobable científicamente desaparece al conjuro de palabras.
Pero tampoco puede invocarse que exista algo sólo diciéndolo, facultad divina según comienza la Biblia.
Contar inmigrantes indocumentados de origen haitiano, por más que mareen al verbo, no equivale a que exista algún número significativo de “apátridas” como resultado de políticas o la voluntad del gobierno dominicano.
Esas personas carecen de pruebas de su nacionalidad haitiana por la incapacidad del propio Haití para llevar un registro civil como Dios manda (valga insistir en divinidades…).
Al respecto las constituciones y leyes de Haití y de República Dominicana son inequívocas.
Si probar algo es demostrar la existencia del hecho material o acto jurídico, Amnistía está en lo cierto: ninguna taumaturgia diplomática puede “crear” la carencia de nacionalidad o apatridia como problema dominicano. ¿Sabrá o querrá Abinader explicarlo a Giuliani?