La falta de consecuencias es el mas grande estímulo para quienes delinquen. No es sólo la violencia urbana o la corrupción.
La ilegal explotación agropecuaria en parques nacionales es un caso. Hace unos meses –cuando la sequía del verano— en áreas protegidas, incluyendo nacimientos de ríos, hubo fuegos que quizás causaron intencionalmente ciertos aprovechados.
Algunos fueron combatidos con desidia voluntaria equivalente a complicidad, permitiendo que árboles quemados a propósito fueran “cosechados” por madereros.
Es como premiar a vándalos e incentivar que sigan. Hace cuatro décadas, en Valle Nuevo permitieron sacar madera así quemada bajo promesa de reforestación con los recursos generados y vaya usted a ver si fue así. Repetir las mismas insensateces permisivas esperando resultados distintos será más que locura, un atentado gravísimo contra la cordillera y las áreas protegidas.
Es extraño que muchos bullosos “ambientalistas” no protesten cuando sacan madera dizque quemada, quizás porque entre cenizas no hay “vida”. Urge aplicar políticas coherentes y prácticas ante lo que está pasando en Valle Nuevo y otras reservas y parques.