Estar “un chin” en estado es más imposible que ser liceísta y aguilucho a la vez. Muchos políticos de tanto hablar nos acostumbran a sus aporías, afirmaciones inviables racionalmente. Acaba de pasarle a Antonio Isa Conde, ministro de Energía y Minas, quien en un pueril empeño por demostrar que “los ambientalistas son mis amigos”, se declaró “enemigo de la minería a cielo abierto”.
Sólo un afán por contemporizar con el lobby anti-minero puede explicar semejante dislate por parte de un hombre inteligente y capaz.
Toda actividad minera entraña por definición excavar la tierra para extraer algún mineral, que si está a flor del suelo no requiere hoyar subterráneamente.
Ambos métodos poseen ventajas y desventajas, pero su elección depende sencillamente de dónde esté el mineral buscado.
El daño ambiental puede producirse en canteras abiertas o túneles; depende además del procesamiento o beneficio posterior. Quizás lo citaron mal, pues un ministro de Minas enemistado con la minería responsable y legal –abierta o subterránea— sería como un ministro de Educación enemigo de la enseñanza…