Quizás Haití sigue involucionando como si se tratase de un hoyo negro galáctico porque ni siquiera los dominicanos, los más afectados por la irresponsabilidad de las élites haitianas, podemos dedicar más tiempo ocupándonos de sus asuntos, pues apenas podemos con los nuestros.
Pero si pudiéramos diseñar alguna política pro-activa y no reactiva, para ayudarnos nosotros mismos y de paso a nuestros pobres vecinos, un ingrediente podría ser coincidir con lo inevitable y más aún estimularlo: propiciar un aumento de su emigración.
Pero no para acá. Mi idea, prima facie alocada pero realmente realizable, es parecida a la que tuvo Balaguer cuando en medio de un bloqueo se hacía más ciego para no ver los embarques de gasolina contrabandeados hacia Haití.
Propongo que enviemos semanalmente varios furgones de madera de pino, resina y tela de fibra de vidrio, esquemas en creole sobre cómo fabricar yolas y varios cientos de motores fuera de borda. Para humanitariamente fomentar la pesca, claro… Y cuando la Florida, Bahamas y hasta Cuba revienten de “pitises”, ¡ya veremos!