“Día por día”

Sesenta y tres era la edad de mi papá cuando murió en 1980. Entonces creía que eran muchos años. Ahora fallece inesperadamente Pedro Peix, con igual edad, y parecen pocos…

El primer Pedro que conocí aún no era el excéntrico laureado escritor, sino uno los muchachos mayores casi vecinos, él por la Santiago con Pedro Ignacio Espaillat, de un Gascue ya inexistente.

No fuimos amigos pues la amistad entraña demasiado pero sí conocidos cercanos desde niños si cabe el término.

Me alegraron sus lauros literarios y creo fue buen cuentista pero ese juicio lo harán otros pues estoy lamentando la ida de la persona y no del personaje en que devino, desde que eclosionó haciendo suyo el apellido materno de su papá, recordado columnista del Listín. Sospecho que en la Dr. Delgado y Librería Cuesta, sus rutas de peatón enflusado y pelo batido, su espectro quedará latente.

Morirse apenas días después que su madre tal vez descifra su atormentado corazón. Recientemente su intensa mirada lucía perdida; quizás miraba al más allá…