Día por Día

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Insisto en repetir que prefiero cómo administra sus negocios el sector privado y no me agradan los estados-empresarios. Por eso, defiendo por principio la bondad de concesionar carreteras o aeropuertos a empresas capitalistas.

Tenemos excelentes resultados como los aeropuertos de Punta Cana y La Romana, algunas empresas eléctricas y otras. Por ello desde que comenzó a operar hace unos seis años, aplaudí el funcionamiento de la privatizada autovía de Samaná. Recientes accidentes con muchos muertos han puesto la atención en esa carretera.

Y los detalles revelados obligan a preguntarse si habrá gato entre macuto en ese negocio. Al parecer, en sólo tres años el gobierno pagó a la operadora vial un subsidio mayor a su costo de construcción.

Leí que la concesión por 30 años en sólo cuatro ha costado al Estado US$22 millones más que la inversión total, sin sumar el peaje cobrado que no es barato. ¿Será otro caso de la ambición rompiendo el saco? Hay que promover la inversión privada, pero ¡no dando las sentaderas!



José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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