El desorden de larga data en materia de registro de tierras en el este del país es una cosa espeluznante. Hay ciertas regiones del país donde al parecer hay más proclividad a la truchimanería y las falsedades.
En cuestión de certificados de títulos de tierras regularmente expedidos, se presentan situaciones insólitas, como la denunciada a principios de esta semana por el Central Romana.
Resulta que tierras que han sido suyas por más de medio siglo, con todas las de la ley, son objeto de un litigio cuya única explicación es el desorden administrativo en las oficinas encargadas de ordenar este asunto.
Si a una empresa con las credenciales de Central Romana, sujeta por demás a escrutinios más exigentes que los locales, puede pasarle este percance, ¿qué no será de simples ciudadanos cuando invocan los derechos constitucionalmente imprescriptibles que resultan de un certificado de título de propiedad legal y legítimamente expedido y registrado?
